2018/04/10

La leyenda negra española – (4/9) – La Inquisición española

La leyenda negra española – (4/9) – La Inquisición española

Continúo en esta cuarta entrega desarrollando la leyenda negra española, tratando la Inquisición como uno de sus pilares básicos, que junto con la colonización de América han cimentado durante siglos la propaganda desacreditadora de España.


(Para leer el artículo completo clicar en "Seguir leyendo" que figura a continuación)


La Inquisición española, también llamada Tribunal del Santo Oficio, fue fundada por los Reyes Católicos en 1478 para mantener la ortodoxia católica en sus reinos. Su abolición definitiva no tuvo lugar hasta 1834, en el reinado de Isabel II. Esta institución estaba bajo el control de los monarcas y solo tenía jurisdicción sobre los católicos, pero siendo un estado confesional por no haber libertad de culto, su área de actuación alcanzaba al conjunto de la población. La Inquisición medieval fue una institución dependiente de la iglesia exclusivamente y existente en muchos estados católicos. En su creación moderna, durante el reinado de los Reyes Católicos, se concibió como el instrumento más adecuado para combatir los núcleos de falsos conversos que por aquella época empezaron a ser notorios, siendo los judaizantes o criptojudíos, (falsos judeoconversos), las principales víctimas en ese primer período de la institución. A partir de 1520 predominó su atención sobre los protestantes y los mahometanos que centraron la mayoría de los juicios.
Penitente con el hábito del sambenito

Los acusados eran sometidos a un procedimiento judicial perfectamente regulado, que constaba de una fase de instrucción y otra de juicio. El inquisidor instructor era el mismo que finalmente sentenciaba. La fase de instrucción contaba siempre con la presencia del inquisidor y un escribano, que iba recogiendo detalladamente todas las fases del proceso, siendo auxiliados por el alguacil y los carceleros o los torturadores cuando ello era necesario. Se pretendía conseguir la confesión del reo mediante interrogatorios, intimidación o incluso en algunos casos mediante el empleo de la tortura en diferentes grados, aunque siempre sin derramamiento de sangre. En la fase del juicio el fiscal defendía las evidencias de la acusación, donde el acusado disponía de un abogado defensor, en una sesión presidida por el inquisidor.


Auto de Fe según Goya

Los "Autos de Fe" eran actos públicos promovidos por la Inquisición, donde los culpables de herejías u otras desviaciones del recto proceder católico eran presentados, leyéndose la acusación y la sentencia, exhortándolos públicamente para que adjuraran de sus errores. Posteriormente, los declarados culpables eran relajados, o lo que es lo mismo, entregados a la justicia secular, que era la encargada de ejecutar la sentencia en un acto separado. Los condenados a morir quemados en la hoguera, si mostraban su arrepentimiento, se suavizaba la ejecución de la sentencia aplicándoles el garrote vil antes de quemar su cadáver; aquellos otros impenitentes que persistían en el error eran quemados vivos. Tanto los Autos de Fe como las ejecuciones eran actos públicos con grandísima concurrencia de gente, montados con gran despliegue de medios y publicidad, para llegar a lo más profundo del espíritu del pueblo, como advertencia de las consecuencias que podía tener el desvío del recto proceder. Baste señalar que la propia Inquisición reconoce que: “Debemos recordar que el propósito principal del juicio y la ejecución no es salvar el alma del acusado, sino alcanzar el bien público y dar temor a los otros”.

He leído recientemente el libro de Juan Eslava Galán, titulado Historias de la Inquisición, que considero resume, de forma bastante acertada y a la luz de las últimas investigaciones históricas, la realidad de esta institución tan denostada. Otra magnífica obra reseñable por su claridad y rigor histórico es “Breve Historia de la Inquisición Española” del hispanista francés Joseph Pérez.


Penitentes portando el sambenito

Partiendo de la base de que la mera existencia de la Inquisición es condenable sin paliativos, y de que supuso un freno a nuevas ideas y progreso, también es cierto que se ha exagerado de forma interesada su crueldad, nada diferente de la realidad de los demás países europeos de su tiempo. No es mi intención defender la institución, sino todo lo contrario. La sola intimidación que supone su existencia es inadmisible. Su efecto fue doblemente nocivo, ya que, además de la represión de la libertad de pensamiento y de las creencias individuales, fue usada por los monarcas políticamente en su propio interés como medio para eliminar súbditos molestos o incluso para incautarse de sus bienes. Ahora bien, teniendo en cuenta que ha sido uno de los argumentos más recurrentes para desprestigiar a España, considero que procede hacer un análisis lo más objetivo posible para colocar su actuación en una perspectiva objetiva en relación con los usos y costumbres de la época. Marcel Bataillon considera que “La represión (de la Inquisición) española se distingue menos por su crueldad que por la potencia del aparato burocrático, policial y judicial del que disponía…”.

Contrariamente a lo que se pudiera pensar respecto a la arbitrariedad en sus actuaciones, el Santo Oficio estaba minuciosamente regulado en sus procedimientos, contando con una estructura jerárquica con funciones claramente establecidas y los cauces de apelación cuando ello era posible. Solo a título de ejemplo, podemos decir que incluso estaban establecidos los procedimientos para detectar falsos conversos, tácticas de interrogatorio, momento y forma de aplicar la tortura, pudiendo decir que no quedaba casi ningún detalle a la improvisación y todo el procedimiento era debidamente registrado por un escribano en las correspondientes actas.

Recreacion de una cámara de tortura de la Inquisición vista por los ingleses

Durante sus más de 350 años de existencia juzgó a unas 125.000 personas, según estimaciones del hispanista Joseph Pérez, de las que fueron condenadas a muerte menos de un 4% , calculándose unos 5.000 muertos según la mayoría de los estudios, aunque hay quien eleva esta cifra hasta un máximo de 10.000. Además de las ejecuciones, las condenas más rigurosas eran las sentencias a prisión o galeras por un cierto número de años. No obstante, la inmensa mayoría de las condenas consistían en actos de penitencia pública, reconocimiento público del error, peregrinaciones, penitencias o vergüenza pública portando el sambenito (el nombre deriva de saco bendito). El sambenito era una vestidura, con forma de casulla o túnica corta, que llevaban los penitentes condenados por el tribunal de la Inquisición, de color amarillo con una cruz de San Andrés pintada en color rojo sobre pecho y espalda. Dependiendo de la sentencia, podían ser también condenados a portar una coroza, que era un cono alargado de papel engrudado con forma de capirote o con forma de mitra, que como señal de escarnio se ponía en la cabeza de ciertos condenados, llevando pintadas figuras alusivas al delito cometido o a su castigo, completando su atuendo un cirio en una mano y un rosario en la otra. Muchos de los juicios y condenas a muerte celebrados lo eran a personas ya fallecidas o huídas, en cuyo caso se exhumaban los restos y se quemaban, o se quemaba un simple muñeco en representación del ausente. Éstas eran las llamadas ejecuciones “en efigie”. Hay que tener en cuenta que el proceso podía durar varios años en su instrucción, por lo que no era extraño el fallecimiento del acusado antes de la celebración del juicio, en especial por las duras condiciones de la prisión.

Hay que decir que, al depender el Santo Oficio del poder real, fue una institución organizada, burocratizada y utilizada con finalidad judicial, al margen de la justicia civil. La Inquisición registró todos sus juicios, que hoy constituyen una fuente histórica de incuestionable valor para conocer con exactitud su alcance y desmitificar las exageraciones de la leyenda negra, si bien hay que señalar que algunos períodos se han perdido. Muchos de los crímenes juzgados por la Inquisición eran sometidos en otros países a los tribunales ordinarios que utilizaban equivalentes o más crueles métodos. Los ejecutados en las guerras de religión europeas exceden ampliamente las muertes de herejes por la Inquisición española.

Santa Juana de Arco fue quemada viva acusada de brujería

También hay que recordar que la tortura, que hoy nos sobrecoge por su brutalidad, en aquella época era común en todos los países y formaba parte de los procedimientos penales. Las investigaciones más rigurosas han descubierto que fueron menos del 10% los procesados a los que se aplicó, en muchos casos de forma benigna, con la intención de intimidar al acusado para obtener su confesión y retracción de su comportamiento herético. Para muchos historiadores, los métodos usados por la Inquisición eran los habituales en su época, siendo menos crueles que los utilizados por Tribunales instituidos en otras naciones europeas como Alemania, Italia, Portugal o Francia.

Como muestra de los métodos utilizados en esa el siglo XVI reproduzco las torturas y ejecución de la sentencia de Balthasar Gerard, precisamente el asesino de Guillermo de Orange que fue el principal difusor de la leyenda negra. Como se verá, es difícil que la Inquisición pudiera superar la barbarie de los métodos empleados en los Países Bajos, que según Guillermo de Orange correspondía a un país protestante y más avanzado, que se permitía pregonar la barbarie de los españoles y su Inquisición.

Leyendas de dos judaizantes juzgados por la Inquisición

“En la primera noche de su cautiverio Balthasar Gérard fue colgado de una viga y flagelado con un látigo. Tras esto sus heridas se untaron en miel y se trajo a una cabra para que lamiera la miel de su piel con su áspera lengua, sin embargo la cabra se negó a lamer el cuerpo del sentenciado. Tras ésta y otras torturas se le dejó pasar la noche con las manos y los pies atados, como una bola, para que no pudiese dormir. Durante los tres días siguientes se le abucheó y colgó de una viga con las manos atadas a su espalda. Durante media hora se le colgó un peso de 150 Kilos (300 libras) de los dedos gordos de los pies. Tras esta media hora se le calzaron dos zapatos bien aceitados, hechos de piel de perro no curada, dos dedos más cortos que sus pies. En este estado se le llevó ante un fuego. Cuando los zapatos se calentaron se contrajeron aplastando sus pies, dejándolos como muñones. Cuando le retiraron los zapatos, su piel medio cocida fue arrancada. Tras destrozar sus pies se le marcaron las axilas con hierros candentes. Tras esto se le vistió con una camisa empapada en alcohol. Tras esto se vertió grasa de tocino fundida hirviente sobre él y se clavaron clavos afilados bajo sus uñas de manos y pies. Se dice que Gérard permaneció calmado durante la tortura.

Entonces los magistrados sentenciaron que se le debía quemar la mano derecha con un hierro candente, después arrancar la carne de sus huesos con pinzas en seis lugares diferentes, destriparlo y descuartizarlo vivo, su corazón debía sacarse de su pecho y ser arrojado contra su cara y, finalmente, se le decapitaría.” Fue ejecutado el 15 de julio de 1584.

El anterior texto es la traducción del que figura en Wikipedia versión inglesa, traducido del original en neerlandés. Para conocer los métodos de castigo y prisión, y su barbarie en las distintas épocas, es especialmente aleccionador el libro de Michel Foucault “Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión”.

Tomás de Torquemada - Primer Inquisidor General

El dominico Tomás de Torquemada fue el primer inquisidor general, del que se ha transmitido la imagen tenebrosa de un sádico insaciable. Los historiadores actuales, libres de condicionantes interesados, elaboran una realidad más objetiva basada en estudios rigurosos de documentación existente, separando la propaganda exagerada con intencionalidad política de los hechos objetivos probados documentalmente. Hacer desaparecer la imagen novelesca y terrorífica ampliamente difundida es una difícil tarea, ya que es un estereotipo más atractivo y fantasioso que la simple realidad. Para Walsh, Torquemada "era un hombre apacible y estudioso, que abandonó el claustro para desempeñar un cargo desagradable, pero necesario, con espíritu de justicia templado por la piedad, y siempre con habilidad y prudencia. Fue un gran legislador; (...) para algunos fue un santo (...)". Torquemada, que se cree que tenía ascendencia judía, es descrito por otros historiadores como un hombre austero que desdeñaba los pequeños placeres de la mesa y las comodidades en general, muy piadoso y exageradamente severo, tanto consigo mismo como con los demás. Esta actitud de desinterés por lo mundano lo reflejó en el rechazo a su nombramiento como arzobispo de Servilla, un cargo realmente relevante en su tiempo. Solo aceptó el nombramiento de Inquisidor General como un acto de deber en su labor apostólica, y no como un reconocimiento personal a través de una dignidad tan elevada. Hay que señalar que el mayor número de ejecuciones se realizaron durante su mandato, fruto de su celo fanático, calculándose unos 2.000 los ajusticiados entre 1488 y 1530, según estimación del historiador H. Kamen.

El historiador británico Henry Kamen ha profundizado en el estudio de la Inquisición, siendo su obra "La Inquisición Española. Una revisión histórica". Editorial Crítica, Barcelona - 2011, una de las más reconocidas en la materia. La bibliografía sobre el tema es amplia, si bien son las obras más recientes las que abordan la Inquisición desde un punto de vista más científico, ajustado a los procedimientos de investigación histórica documental, desmontando la imagen tradicional distorsionada de la institución.

Condenado a ser quemado vivo por la Inquisicion portando el sambenito

Las principales víctimas de la Inquisición fueron los falsos conversos o cristianos judaizantes, el mahometismo, la hechicería, los que practicaban desviaciones heréticas del dogma y los comportamientos que atentaban contra el culto y la moral católica. La inmensa mayoría de los casos juzgados correspondían a delitos menores, como la sodomía, la bigamia, las solicitaciones en confesión y similares, donde el 27% de todos los procedimientos correspondieron a blasfemias o palabras malsonantes consideradas ofensivas por iglesia. Hay que indicar que estos comportamientos eran también juzgados por los tribunales ordinarios en otros países donde no se había creado la Inquisición. Los judíos han sido históricamente odiados y aborrecidos por los cristianos, que los culpaban de la muerte de Cristo, y consiguientemente acreedores de todas las desgracias. Fueron acusados a menudo de sacrificios de niños en ceremonias secretas, y sufrieron los pogromos o matanzas colectivas, tanto en España como en el resto de Europa. El antisemitismo ha perdurado hasta nuestros días, sin que podamos olvidar el horror de los campos de exterminio nazis. Hay que significar esta realidad injusta y cruel, pero de la que España no se diferenciaba de lo que era la norma en la Europa de los siglos XIV, XV y XVI. Hay que señalar que la tortura fue una práctica común en el mundo durante siglos para obtener la confesión de los reos y como castigo por los crímenes cometidos. Hay que precisar que la Inquisición no admitía algunos métodos de tortura empleados en otros países en esa época, ya que como he dicho anteriormente sus procedimientos estaban perfectamente definidos en su manual de funcionamiento.

El potro era un instrumento de tortura ampliamente utilizado en Europa

Como ya he señalado, la tortura se aplicó en un número limitado de casos, y las confesiones obtenidas mediante tortura tenían que ser ratificadas posteriormente para que tuvieran validez. Los métodos de tortura más empleados se limitaban a tres. La “garrucha” consistía en atar al acusado por las muñecas arriba o atrás, colgarle unos pesos atados a los tobillos, para luego elevarlo mediante una polea colocada en el techo y dejarlo caer de golpe sin que pudiera llegar al suelo, provocando la dislocación de las extremidades. El “potro” consistía en una superficie sobre la que se tumbaba al detenido bocarriba, atándole muñecas y tobillos con cuerdas que se conectaban a un torno, que al hacerlo girar descoyuntaba las extremidades. Finalmente está el “tormento del agua” o ”toca”, que consistía en atar al prisionero sobre una tabla inclinada, donde los pies estaban más elevados que la cabeza, se le introducía un paño en la boca y luego se vertía agua para obligarlo a tragar, provocando la sensación de ahogo. En las torturas no debía derramarse sangre. Siempre estaba presente un médico y un escribano que tomaba nota de todo el proceso, incluso de los quejidos de la víctima, de las preguntas que se le hacían y de sus respuestas. Había unos límites en la intensidad con que debían aplicarse las torturas.

Las ejecuciones de brujas en la hoguera fue práctica común en Europa

La condena a morir quemado en la hoguera a los acusados culpables también era corriente en la Europa central, donde son bien conocidos los procesos contra numerosas personas acusadas de brujería. La misma Santa Juana de Arco fue acusada de brujería y quemada viva Francia en 1431. Se estima que en Alemania fueron quemadas unas 25.000 brujas, mientras que en España no llegaron a las 300. Famoso es también el juicio de las Brujas de Salem, en las colonias británicas de Norteamérica en 1693, que se saldó con la ejecución de 25 brujas. Se estima que en el siglo XVII unas 100.000 personas fueron ejecutadas por brujería los países protestantes.



El Malleus Maleficarum (Martillo de las Brujas) es el tratado más importante relativo a la brujería y la caza de brujas, publicado en Alemania en 1487. Tuvo amplia difusión en Europa siendo considerado un manual que fue guía en los juicios de brujería durante más de 200 años. La mayor incidencia de los procesos contra la brujería tuvo lugar entre mediados del XVI y mediados del XVII.

Los judíos expulsados de España fueron especialmente activos en condenar la odiada Inquisición, cúmulo de torturas y maldades, considerada por ellos la "cuarta bestia de la que habla el profeta Daniel". La crítica despiadada contra la institución se extendió a Flandes y Venecia, lugares de asentamiento de muchos de los expulsados de España.

Los protestantes, en su confrontación con la iglesia de Roma, se identificaron con los herejes que a lo largo de la historia habían atentado contra la ortodoxia católica. Fueron publicadas numerosas obras donde se recogían los casos más destacados de la intolerancia religiosa y las condenas por herejía, presentando a los condenados como mártires. Estas obras, para conseguir un mayor impacto, estaban profusamente ilustradas con grabados donde se representaban las más horribles torturas. John Foxe fue el autor de uno de estos libros en 1554, Book of Martyrs (El libro de los mártires), muy popular en su tiempo, especialmente por los 50 grabados que ilustraban las torturas a los enjuiciados. Foxe dedicó un capítulo entero a la Inquisición española, titulado “The execrable Inquisition of Spayne”.

Ejecución por descuartizamiento - Ejemplo de los métodos de la época

Guillermo de Orange, como desarrollaré más ampliamente en otro artículo posterior, fue el mayor artífice de la propagación de la leyenda negra contra España. La persecución de los judíos le era indiferente e incluso fue vista por diversas instituciones como la Sorbona como una medida avanzada en su época. Lo que levantó las iras de los nobles e intelectuales flamencos fue la persecución de los protestantes y los impuestos con que fueron gravados por Felipe II. Guillermo de Orange en el documento “Apología” (1580), responde a un edicto de proscripción emitido contra él por Felipe II, en el que lo acusa de traición, ingratitud y herejía, declarándolo "enemigo de la raza humana" y ofreciendo un cargo nobiliario y una recompensa de 25.000 coronas a quien lo entregase o asesinase. En su Apología responde a todos los cargos, acusando a Felipe II de cruel, incestuoso, asesino de su propio hijo Don Carlos, y arremete contra la barbarie de la Inquisición y los abusos en la colonización americana, propagando ampliamente este documento por todos los países europeos. La realidad es que no llegaron a 3.000 los protestantes juzgados por la Inquisición, nada que ver con las matanzas realizadas por ejemplo en Francia, donde en la noche de San Bartolomé de 1572 fueron asesinados 3.000 hugonotes solo en París, y entre 10.000 y 15.000 incluyendo las principales ciudades de Francia en solo tres días. Todo ello sin contar las decenas de miles de muertos de las guerras de religión en Alemania, Inglaterra o los mismos Países Bajos.

Juicio de la brujas de Salem en las colonias americanas

Como queda acreditado, la supuesta barbarie y crueldad de los españoles fue una campaña orquestada por los enemigos de España, que en los siglos XVI y XVII era casi toda Europa. Las ejecuciones y torturas de la Inquisición fueron menores en número e intensidad que las practicadas en otras naciones. La sola diferencia es que en España se había creado una institución burocratizada al servicio de la corana en la que podían concentrarse los odios y torturas que en los demás países ejecutaba el aparato de la justicia ordinaria. Dicho lo anterior, también hay que decir que el poder represor que suponía la existencia de la Inquisición era inaceptable y es lamentable que hubiera que esperar hasta el siglo XIX para decretar su disolución. La explicación de su larga vida solo se puede entender por el interés de la corona por tener una institución tan poderosa a su servicio, que afirmaba todavía más su poder absoluto y era un arma siempre dispuesta contra cualquier enemigo interno al orden establecido.

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