1 - La inmigración ilegal en Europa
Estamos asistiendo, un día sí y otro también, a la llegada de barcazas o pateras llenas de inmigrantes ilegales procedentes de las costas de África. Un número no desdeñable muere en el intento y el resto son recogidos por barcos de salvamento de Organizaciones no Gubernamentales (ONGs) dedicadas a esa misión de ayuda, o bien por barcos mercantes o de pesca, que en aplicación de la ley del mar, también recogen a náufragos a la deriva.
Patera de emigrantes jóvenes africanos |
Las imágenes que vemos en televisión no se corresponden con familias completas de refugiados huyendo de un conflicto armado. Son mayoritariamente hombres jóvenes, menores de edad a veces, mujeres jóvenes frecuentemente en estado de gestación, e incluso algún adulto de mediana edad acompañado de niños, cuyas vidas arriesgan para provocar la compasión y subsiguiente acogida. No hace falta ser muy avezado para percibir que son emigrantes económicos que vienen a mejorar sus expectativas de vida. Son jóvenes que abandonan sus países, seguramente fascinados por lo que ellos perciben como un mundo opulento trasmitido por las imágenes que ven en la televisión. También son posiblemente animados por otros compatriotas que siguieron el mismo camino con anterioridad y que retornan de vacaciones exagerando las bonanzas de sus lugares de destino, ponderando las redes de protección social existentes y como usar y abusar de ellas. También es un hecho que muchos de ellos corresponden a la juventud rebelde de esos países, que vienen a delinquir aprovechándose de los sistemas garantistas y blandos de los países democráticos, y donde el riesgo al posible castigo lo perciben como muy leve. En el peor de los casos, el eventual encarcelamiento lo ven como una privación de libertad, pero en unas condiciones de relativo confort en un centro carcelario con todos los servicios, en mejores condiciones que su vida diaria en sus países de origen. El descontrol existente en estas llegadas masivas conduce a la introducción en nuestras sociedades, además de delincuentes profesionales y reales o potenciales terroristas, de posibles enfermedades infecciosas de las que no se conoce la cura, como por el ejemplo el ébola.
La inmigración ilegal ataca el más elemental principio de un país democrático, como es el respeto a la ley. No se puede admitir lo que es una auténtica invasión, vulnerando, a veces de forma violenta, las leyes de fronteras. La aceptación de esa ilegalidad es tanto como asumir que la ley no es igual para todos, erosionando los más fundamentales principios democráticos vigentes en todas las constituciones occidentales. La emigración ilegal consentida genera delincuencia por parte de muchos emigrantes incontrolados, favorecida por su frecuente movilidad geográfica; alteran el mercado de trabajo generando un mercado negro laboral en ciertas actividades agrícolas propiciada por empresarios sin escrúpulos; desarrollan un comercio ilegal en las calles, los conocidos manteros, en perjuicio del comercio tradicional que paga sus impuestos; usan y abusan de las prestaciones sociales en perjuicio de quienes generaron el estado de bienestar de que gozamos. Una gran parte de las actividades ilícitas están en manos de extranjeros, como la trata de mujeres, la prostitución, el comercio de drogas y cierta delincuencia especializada y extremadamente violenta. Es un hecho que una gran parte de la delincuencia en nuestro país corresponde a personas de origen extranjero, por mucho que los medios de comunicación oculten esta información por considerarla fuera de la corrección política y tacharla de xenófoba.
Todo aquel que emigra a otro país tendría que estar, en primer lugar, agradecido por la acogida. En segundo lugar integrarse en los usos y costumbres del país de acogida para evitar la marginación y la discriminación. Nadie les ha obligado a venir, y si no les gusta nuestro estilo de vida, son muy libres de regresar a sus países de origen y sus costumbres. Es difícilmente aceptable el uso de vestimentas musulmanas en público, y no digamos el velo femenino. Cada ciudadano en su ámbito privado puede practicar la religión que quiera y tener las creencias que estime, pero socialmente debe integrarse en los sistemas de vida del lugar que le acoge. No se puede admitir el uso de menús distintos en las escuelas en función de la religión de cada uno. Cuando alguien te invita a su casa a comer no creo que le exijas lo que a ti te gusta, sino que aceptarás con gusto lo que el anfitrión te ofrezca. Tampoco es de recibo el incalificable comportamiento de ciertos ayuntamientos, autocalificados de progresistas, que quieren erradicar tradiciones centenarias para no ofender a los musulmanes, como sustituir los Reyes Magos por otras figuras, o no celebrar la Navidad, la Semana Santa y otras aberraciones semejantes. Nuestra sociedad es mayoritariamente laica, pero eso no está reñido con la conservación de ciertas tradiciones seculares de índole religioso, que son nuestra seña de identidad.
Patera con inmigrantes africanos |
La inmigración es coyunturalmente necesaria. La realidad es que nuestras sociedades occidentales, en claro proceso de decadencia de valores, acomodadas a un bienestar pasajero, no quieren asumir ciertos puestos de trabajo considerados inferiores, para lo cual echamos mano de los inmigrantes. Por consiguiente la inmigración es necesaria, pero debe ser ordenada y legal. Los países liberales avanzados, libres del populismo progresista, defienden sus fronteras, pudiendo citar como ejemplos Japón, Australia, o Canadá, que aun recibiendo gran cantidad de emigrantes, lo hacen con un criterio selectivo y en función de las necesidades de la economía. Solo una política clara y sin fisuras frena el flujo continuo de la inmigración ilegal. Hasta donde yo sé, a nadie se le ocurre entrar ilegalmente en Australia, porque sencillamente es expulsado automáticamente, tanto si llega por mar como por aire, y además queda ya impedido para intentarlo de nuevo, incluso por vía legal.
Mientras esta política de fronteras no se implante de forma inequívoca, seguirán llegando pateras y originando lamentables desastres con víctimas mortales. Las mafias que trafican con personas están perfectamente informadas de los lugares por donde transitar, comunicando oportunamente las coordenadas de su situación en el mar, por teléfono móvil, para que los barcos de salvamento los recaten. Es una táctica estudiada y repetida, aun a sabiendas de que en algunos casos las comunicaciones puedan fallar y terminar en tragedia. Pero mientras haya personas rescatadas, van asumir el relativamente pequeño riesgo para conseguir su objetivo, obviando los peligros de un posible naufragio. El riesgo es inherente a la naturaleza humana para alcanzar objetivos. Bien conocido es el proverbio inglés: “No risk, no gain”, o lo que es lo mismo, “sin riesgo no hay beneficio”.
Desde 2016 han llegado a Europa, solo a través del Mediterráneo, casi 600.000 personas, correspondiendo a España unas 60.000. Hay que señalar que en 2015 llegaron a las costas griegas más de 1.000.000 de refugiados sirios. El número de residentes en España nacidos fuera de la Unión Europea, a enero de 2018, era de unas 4.300.000 personas, lo que viene a representar un 10% de la población total, de los cuales eran de origen africano unos 500.000. Estas cifras son relativas, ya que consideran solamente aquellos que están censados, quedando fuera la emigración ilegal, total o parcialmente. Estas cifras son solo un ejemplo para situar cuantitativamente el problema, ya que la realidad es mucho más compleja. Existen emigrantes que han entrado como turistas y trabajan en la economía sumergida, otros han solicitado el estatus de refugiados políticos, solo por citar dos de otros muchos casos particulares, que incrementan considerablemente el volumen real del problema. La población española a 2018 era de 46.659.302 habitantes.
Cayuco con inmigrantes africanos |
La irresponsable decisión del gobierno español, aceptando recibir dos barcos de inmigrantes, el Aquarius y el Open Arms, que previamente fueron rechazados por Italia, Malta, Chipre, Francia y Libia, a donde correspondía desembarcar por proximidad, ha generado un efecto llamada, manifestado en un incrementado considerablemente del número de pateras llegadas a costas españolas. Solo entre julio y agosto de 2018 llegaron a las costas andaluzas en pateras 13.366 inmigrantes, claro ejemplo del efecto llamada, reorientando las mafias el flujo de emigrantes hacia España, visto que ya no pueden entrar por Italia o Grecia. Al propio tiempo, vista la laxitud del gobierno socialista, se han producido varios asaltos violentos a las vallas de Ceuta y Melilla con entrada masiva de ilegales.
Las ONGs han montado una estructura de salvamento y ayuda a los “refugiados” en el mar, obteniendo generosas donaciones de bienintencionados ciudadanos y subvenciones públicas, de las que viven un número considerable de militantes, favoreciéndose del turbio negocio de la emigración ilegal. Otras ONGs tienen montado su sistema de ayuda a los emigrantes en tierra, que los protegen, asesoran y ayudan, financiándose también de donaciones y de subvenciones públicas, las que al mismo tiempo garantizan su propia existencia y modo de vida. El egoísmo creciente de nuestras sociedades hace que pocos hagan un trabajo de voluntariado efectivo en las llamadas ONGs, siendo solo el método de acercamiento a las mismas, para pasar a engrosar su nómina lo antes posible. Un trabajo fácil, flexible y bien retribuido, y al mismo tiempo una masa cada vez mayor de votos cautivos de los partidos autollamados progresistas, como modo de garantizar su propia existencia con subvenciones futuras.
Deberíamos exigir la publicación del empleo generado por las ONGs, y realizar un adecuado control fiscal de las mismas, donde el fraude es generalizado. El escándalo del caso Nóos fue muy mediático, pero nadie ha puesto el foco en el resto, donde la situación es similar, salvando las distancias. Bajo una aparente finalidad altruista y desinteresada, lo que encubren es un modo de vida para sus componentes. Es muy fácil montar un chiringuito, léase asociación sin ánimo de lucro, con una finalidad humanitaria como objeto social para que, con una mínima acción social que actúe como anzuelo, conseguir las donaciones, subvenciones, exenciones fiscales y otras prebendas similares que aseguren su modo de vida. Por lo demás, captan socios o donantes a través de una acción comercial con las mismas técnicas de marketing de cualquier actividad mercantil: publicidad en prensa, llamadas a posibles socios a través de “call centers”, captación en la vía pública por medio de aparentes voluntarios, que en realidad son trabajadores que cobran por resultados, solo por citar algunos de sus procedimientos.
Embarcación con inmigrantes o refugiados |
La atención y ayudas que benefician a muchos de estos inmigrantes ilegales son superiores a las que reciben los nacionales del país. La situación económica aparente de los llegados, que cuentan con lo puesto y un teléfono móvil, cumplen todos los requisitos para ser sujetos de las ayudas públicas: no tienen trabajo, no tienen vivienda, no tienen recursos, y en algunos casos tienen menores a su cargo. Un nacional que atraviese una larga enfermedad, pero que tenga una modesta vivienda comprada en sus años jóvenes, y que no tenga dependientes a su cargo, por poner un ejemplo, no es acreedora de ningún tipo de soporte, ya que la posesión de su modesta vivienda la inhabilita para cualquier ayuda. La solución que se le da es que venda la vivienda, si encuentra comprador o la malvenda, y viva mientras le dure y luego entre en la marginalidad para ser ayudada. En una palabra, los que llegan ilegalmente son mejor tratados que los que han contribuido a crear el sistema de bienestar, que cuando lo necesitan se sienten abandonados. Muchos inmigrantes viven, literalmente, sin trabajar, aprovechándose de nuestro sistema de protección social.
Hay una gran parte de la población que se siente desatendida por la sociedad del bienestar. Mientras los partidos “progresistas” se ocupen solo de las minorías y marginados y den la espalda a la clase media, están desatendiendo a la mayoría de la población. No puede extrañar que luego surjan y triunfen formaciones políticas que hablen claro a los ciudadanos, fundando sus objetivos políticos en el sentido común y no en entelequias progresistas alejadas de la realidad, asumidas como inmutables por la corrección política. Europa tiene la urgente necesidad de volver a la cordura o asumir el riesgo de su decadencia y desintegración.
Uno de los argumentos fundamentales para el triunfo del Brexit fue la reivindicación del control de la inmigración por el Reino Unido. Otros razonamientos utilizados por los euroescépticos británicos para pedir el voto para la salida de la UE eran puras mentiras o exageraciones interesadas. La conclusión que objetivamente se puede sacar es que la población en general, lo que los llamados progresistas llaman la “gente”, está preocupada por la pérdida de identidad y la inestabilidad social que la inmigración causa en nuestras sociedades. La irresponsable política de puertas abiertas de Alemania ha sido letal para Europa. El efecto llamada que se produjo con esa irresponsable actitud ha erosionado una confianza ya débil en el futuro de la Unión. La tardía rectificación de la canciller Angela Merkel a las puertas abiertas a los migrantes abre una ventana a la esperanza, aunque es bien sabido que la inmigración es solo uno de los grandes problemas que aquejan a Europa. Los efectos negativos creados por la entrada masiva e incontrolada de migrantes en algunos países de la Unión tienen difícil solución.
Imponente barco de ONG de salvamento de inmigrantes |
La salida del Reino Unido es un primer golpe frontal a la propia idea de la Unión Europea, que si no reacciona, caminará ineludiblemente a su desintegración. La existencia de la Unión Europea, como paso previo para unos futuros Estados Unidos de Europa, fue tal vez la más brillante idea de esperanza para un continente asolado periódicamente por cruentas guerras entre estados vecinos. La unión de un mosaico de pequeños países en una unión económica, sin fronteras ni aranceles, con una moneda común, compartiendo principios democráticos y defensa común, ha sido una idea ilusionante para varias generaciones de nuevos ciudadanos. Su fracaso supondría un paso atrás sombrío, una vuelta a empezar con los nacionalismos y conflictos que sin duda surgirán. Solo el sentido común y el abandono de la demagogia llamada progresista, permitirá la continuidad de ese espacio ilusionante y la superación de la crítica situación en que ahora nos encontramos.
2 – La solución de los movimientos migratorios
Los movimientos migratorios solo se pueden combatir con el desarrollo económico de sus países de origen. Esta solución, que parece sencilla, no lo es tanto, porque, contrariamente a lo que creen los partidos mal llamados progresistas, los problemas económicos no se resuelven por decreto. La realidad es que el problema ni es sencillo ni se resuelve en el corto plazo. El sistema económico liberal es el que da la solución al desarrollo de los distintos países que parten de niveles de desarrollo diferentes. Son las fuerzas del libre mercado las que propician el reparto de la riqueza. Cuando los costes de producción de los países desarrollados se elevan exageradamente, los empresarios de esos países ven la posibilidad de producir los mismos productos a un coste inferior en países subdesarrollados, pero con sociedades preparadas para asimilar los sistemas productivos y organizativos, y con sistemas políticos estables que garantizaran seguridad jurídica. Esta nueva actividad en los países en desarrollo, con obreros baratos, no es en absoluto una explotación, sino que permite que en esos países automáticamente se eleve el nivel de vida individual, generando un consumo que incentivaba otras actividades, en definitiva se genera riqueza, se pagan impuestos, se construyen infraestructuras que ocupan más gente, y todo el sistema económico se pone en marcha para desarrollar el país en su conjunto. Los salarios crecen, el nivel de vida mejora, la formación aumenta y finalmente se da el salto del subdesarrollo a países desarrollados altamente competitivos. Bien entendido que este proceso no se materializa en una década, requiere un período más dilatado, que por otra parte es el modelo que siguió España desde los años 60s del pasado siglo para alcanzar el nivel actual.
Inmigrantes rescatados por Salvamento Marítimo |
Corea del Sur es un caso paradigmático. Hoy ocupa el puesto 11ª del mundo por Producto Interior Bruto (PIB), por delante de países como Rusia, Australia o España. Cuando terminó la guerra de Corea en 1953, el país estaba devastado y sumido en la pobreza. Su gran activo fue su gente, trabajadora y disciplinada. Sus políticos consiguieron atraer inversión extranjera y apostaron por la educación, dotándola de un sistema formativo eficiente y exigente, que ha permitido su increíble milagro económico. Ya en los años sesenta comenzó a recoger sus frutos en sectores como la construcción naval y el siderúrgico que todavía no requerían alta tecnología. Fue a partir de 1975, y durante el último cuarto de siglo XX, cuando dio el gran salto, un auténtico milagro económico. El desarrollo de Corea emuló al desarrollado en Japón, ocurrido algo antes, entre 1960 y 1990, con tasas de crecimiento acumulativas que alcanzaron el 7% y 8% anual en las décadas de los setenta y ochenta respectivamente del pasado siglo. Tanto Japón como Corea del Sur surgieron con una clara orientación anticomunista en sus sociedades y un sistema económico liberal.
De lo expuesto puede deducirse que las claves para salir de la pobreza son el trabajo, la educación y seguridad jurídica. Si en un país subdesarrollado se dan estas condiciones, llegará la inversión, que siempre busca optimizar el beneficio, generando indirectamente riqueza para todos, principio del sistema económico liberal. Los países africanos solo saldrán del subdesarrollo cuando alcancen estos objetivos. Su lastre son la inestabilidad política y la corrupción, agravada por el integrismo islámico en los países de religión musulmana. Esta situación nos lleva a una reflexión sobre el colonialismo que desarrollo un poco más adelante.
Barco Aquarius de Médicos sin Fronteras con inmigrantes rescatados |
3 – Los movimientos migratorios
Según los datos del Banco Mundial hay unos 700 millones de personas en situación de pobreza extrema, que son aquellos que viven con menos de 1,90 dólares al día. De ellos, la mitad están en África. Estos datos no están actualizados, ya que la población africana crece aceleradamente y el número de pobres no se reduce. Algunas estimaciones indican que hay 650 millones de personas en África con menos de 2 dólares al día. En cualquier caso, la magnitud es tan suficientemente grande que su valor exacto no cambia la gravedad del problema. Queda evidenciado que la hipotética emigración de 300 millones de africanos a Europa, en el mejor de los casos, además de imposible de asumir, no sería la solución a sus problemas.
La solución para África, en mi opinión es compleja y llevará varias generaciones. La colonización acabó demasiado pronto, por lo que carece de estructuras sociales e infraestructuras que permitan una actividad acorde con el desarrollo tecnológico actual. Los conflictos bélicos, el terrorismo, las dictaduras, el bajo nivel educativo, la falta de una mínima industrialización, los conflictos tribales y étnicos, entre otros muchos factores, hacen que su futuro inmediato sea más que problemático. Las ayudas de occidente son meramente cosméticas y en la mayoría de los casos terminan en manos de sus gobernantes corruptos. Los recursos naturales son explotados en beneficio del dictador de turno, beneficiando muy poco a su pueblo.
La ONU y otros organismos internacionales, sin ningún tipo de control democrático directo, son el retiro dorado de políticos nacionales, que terminan allí su vida pública con sueldos de lujo, y nula responsabilidad y control. Estos organismos internacionales emplean una legión de funcionarios cuyo único trabajo es emitir informes anuales con datos estadísticos. Otro de sus cometidos es emitir declaraciones grandilocuentes basadas en grandes principios éticos y filosóficos, que muestran un gran desconocimiento de una realidad muy alejada de su mundo de privilegio. El resultado son declaraciones, y grandes acuerdos alejados de la realidad, que sistemáticamente se incumplen y que en muchos casos empeoran más que mejoran los problemas mundiales. No creo que la solución sea la desaparición de dichos organismos, pero igual que la Unión Europea, necesitan una urgente revisión y reforma.
Barco de Salvamento Marítimo con inmigrantes rescatados |
Una solución imposible para África sería una neocolonización, donde unas estructuras administrativas nombradas por acuerdos internacionales, dirigieran los distintos países. Esta nueva administración tecnocrática tendría por función la creación de las infraestructuras necesarias, administrar las ayudas del mundo desarrollado, dar seguridad jurídica a las inversiones extranjeras y desarrollar la riqueza agrícola, turística y de recursos naturales en un primer momento. Su segundo objetivo sería la incentivación de inversiones en industrias básicas extensivas en mano de obra, que requirieran poca especialización, generando un mercado de trabajo que sacara de la pobreza a una gran masa de gente, para que poco a poco se fuera creando una clase media suficiente que generara una demanda creciente de servicios, y así sucesivamente. En paralelo debería incentivarse la formación de la población que permitiera ofertar personal especializado para abastecer la creciente demanda de la industria. No se puede salir de la vida primitiva y llegar al desarrollo tecnológico sin la maduración que el proceso requiere. O se establecen los pasos adecuadamente o nunca se resolverá la situación de un continente que en otro caso será un foco de inestabilidad y potencialmente un lugar idóneo para toda clase de populismos, religiosos o políticos.
4 – La emigración española
Aquellos que quieren comparar la inmigración ilegal que llega a nuestro país con la emigración española de otros tiempos no tan lejanos, tienen que informarse primero antes de emitir una opinión tan superficial como inconsistente. Yo soy gallego, muy sensibilizado por el drama que supuso la emigración de la gente de mi tierra y, en alguna medida yo mismo soy hijo de emigrantes, en el sentido de que resido en un lugar distinto de mi tierra de nacimiento. El fenómeno migratorio español en general, y gallego en particular, siempre ha despertado mi interés, documentándome en distintas fuentes y leyendo numerosas obras sobre este particular. Por supuesto que no me considero un experto en la materia, pero sí con el suficiente conocimiento como para tener formado un criterio propio al respecto.
Hay que precisar que la emigración española, muy numerosa, especialmente a finales del siglo XIX y hasta los años 70s del siglo XX, nunca fue ilegal. Diferenciemos dos corrientes, la emigración europea y la emigración americana.
Emigrantes saliendo hacia su destino europeo |
La emigración europea se concentró especialmente entre los años 50s, 60s y 70s, del pasado siglo, hasta la gran crisis económica de 1973, teniendo como lugares de destino especialmente Alemania, Francia, Suiza, Bélgica, Holanda y Reino Unido. Estos países experimentaron un fuerte crecimiento industrial en los años 50s, 60s y hasta 1973, consecuencia de la reconstrucción de la devastación producida por la Segunda Guerra Mundial, y de la falta de mano de obra para atender la creciente demanda de esas sociedades. En España se creó el Instituto Español de Emigración (IEE), donde llegaban las ofertas de trabajo de los países con los que el gobierno español había firmado convenios de colaboración, gestionando lo que se llamaba la emigración asistida. Los trabajos ofertados eran para actividades consideradas de las más duras, como minería y construcción, donde cobraban menos que los nacionales, y que eran cubiertas por los demandantes españoles. Por consiguiente, la mayoría de los trabajadores que salían hacia países europeos iban con su correspondiente contrato de trabajo, frecuentemente de duración quinquenal, o anual renovable, no siempre disfrutando en los países de acogida de los mismos derechos que los nacionales. Bien entendido que también existió una inmigración espontánea o irregular, sin pasar por los cauces oficiales, incentivada por familiares y vecinos que ya residían en los países receptores, creando redes migratorias paralelas. Los emigrantes instalados en los países receptores constataban la existencia de ofertas de trabajos no cubiertos por los nacionales, lo que permitía orientar a sus paisanos para que emigraran por su cuenta, agilizando de este modo los trámites oficiales. Se calcula que solo en los años 60s salieron de España con destino a Europa unas 2.000.000 de personas.
La emigración americana tiene una historia algo más dilatada en el tiempo y de características más complejas. El final del siglo XIX se abolió la esclavitud en los últimos países que aun la conservaban, surgiendo la necesidad de sustituir el trabajo esclavo con trabajadores europeos. La necesidad era especialmente acuciante en Cuba y Brasil, donde la industria de la caña de azúcar, el tabaco, y el café en el caso de Brasil, requería trabajadores baratos para satisfacer la demanda internacional de esos productos, que a su vez generaban grandes beneficios. Algunos países mandaron ojeadores a las regiones europeas más pobres donde prometían condiciones de trabajo esperanzadoras, ofreciendo el pago del pasaje, firmando el trabajador un contrato leonino que lo ataba al patrono por un mínimo de cinco años, y donde una vez descontado el pago del pasaje, la manutención y las penalizaciones que se inventaban por rotura de plantas, quedaban prácticamente atados al patrono en régimen de semiesclavitud. Un ejemplo extremo de la explotación sufrida por nuestros compatriotas puede encontrarse en las expediciones de Urbano Feijóo Sotomayor de contratación de trabajadores gallegos para Cuba en 1854. La mortalidad de los emigrantes fue muy alta debido a las condiciones de trabajo, la falta de atención sanitaria, enfermedades contagiosas, deficiente alimentación y otras causas para las que no contaban con ninguna asistencia o protección.
Centro Gallego de Buenos Aires |
La emigración a América fue más intensa en el último cuarto de siglo XIX y primera mitad del siglo XX, especialmente en el período de 1880 a 1930 donde se acuñó el término de emigración en masa, alcanzando cifras que pueden llegar a los 4.000.000 de salidas. Los países americanos necesitaban trabajadores que pusieran en producción sus inmensos recursos naturales, haciendo concesiones de tierras para su explotación en condiciones muy ventajosas, en determinados casos. Todos los trabajadores que acudieran con ánimo de trabajar eran bienvenidos e incluso buscados, existiendo por ejemplo programas del gobierno brasileño donde satisfacía el pago del pasaje marítimo a familias que cumplieran una serie de requisitos. La emigración no era ilegal, sino que era estimulada por los propios países receptores. A partir de esa situación se creaban cadenas migratorias, donde una vez instalada una familia en un determinado país, servía de nexo de unión para otros familiares o vecinos de sus pueblos de origen. La situación de los emigrantes no era buena, partían en algunas ocasiones huyendo del hambre y la miseria, pero la situación que les esperaba tampoco era especialmente buena. Eran explotados por los grandes terratenientes o empresarios, pero en esas economías dinamizadas por un crecimiento acelerado surgían nuevas oportunidades, que para quien supo aprovecharlas fue el camino para el ascenso en la escala social e integración definitiva en su nuevo país de acogida. No existían organismos públicos de protección que prestaran una ayuda significativa, porque el concepto de estado del bienestar era desconocido. Los propios emigrantes crearon instituciones de beneficencia para sus compatriotas para atender los casos más graves, especialmente a través de centros sanitarios.
En conclusión, la emigración española, en líneas generales, nunca fue ilegal en los países receptores. Más bien lo que fue ilegal fue la salida de España, ya que en ciertas épocas hubo restricciones para evitar que los jóvenes emigraran, eludiendo el servicio militar además de otras razones económicas. Cualquier comparación de la emigración española con el flujo de inmigrantes actuales en Europa es pura demagogia o ignorancia. Lo que sí es cierto es que los emigrantes españoles nunca fueron atendidos con las condiciones de acogida que se prestan en España a los emigrantes actuales. Los españoles no tuvieron ningún tipo de ayudas públicas, quedaban endeudados durante largo tiempo para pagar el muy caro pasaje marítimo, se ocuparon de los trabajos más duros y fueron explotados por los empresarios de los lugares de destino, tanto en América como en Europa. A partir de ese comienzo traumático, que normalmente duraba de unos tres a cinco años, ya identificados con el país receptor, cada uno en función de sus condiciones naturales, buscaba las oportunidades de mejora de que fuera capaz.
Salida de emigrantes españoles |
5 – El Colonialismo
El colonialismo es el sistema social y económico por el cual un Estado extranjero domina y explota una colonia. Definido así, sin matices, parece algo inaceptable. Es cierto que el país colonialista explota las riquezas naturales del país colonizado, pero como también ocurre en el propio país. Esos recursos naturales, generalmente minerales, exigen la construcción de infraestructuras para su explotación, como son el ferrocarril, puertos marítimos, carreteras, etc. Para esa explotación se emplea mano de obra local barata, pero que obtiene una renta que le permite vivir mejor que el que no tiene trabajo. En el país se crean los servicios mínimo administrativos, con una fuerza militar, hospitales, funcionarios, técnicos, que también exigen servicios de mayor calidad, por lo que se construyen unas estructuras similares a las de la metrópoli, a la que también acceden las clases altas de la colonia. Se crean escuelas y otros servicios. En una palabra, es el primer paso para introducir la civilización en los pueblos primitivos. Es cierto que vienen inversores a las colonias para intentar enriquecerse vorazmente, ocupando la tierra para su puesta en explotación, aprovechando la riqueza forestal, la pesca y otras. Para todas esas actividades se necesitan trabajadores locales, que van obteniendo salarios, aprendiendo sistemas de trabajo racionalizado y en definitiva van preparando a la población, en especial a las siguientes generaciones para la modernidad y un sistema social avanzado.
Salida de emigrantes a través del IEE con destino Bélgica |
Zimbabue es un claro ejemplo de los despropósitos llevados a cabo en África. Rodesia era una colonia británica que alcanzó su independencia en 1964, formando dos estados independientes, Zambia al norte y Zimbabue al sur. En este último estado había una minoría blanca de unos 275.000 colonos, que representaban el 5% de la población, y que entre otras cosas explotaba una floreciente agricultura. Instauraron un régimen de apartheid similar al de sus vecinos de Sudáfrica. Ese régimen minoritario blanco se declaró unilateralmente independiente con el nombre de República de Rhodesia, subsistiendo 15 años como tal, no siendo reconocido internacionalmente debido a su sistema de apartheid. El país disfrutaba de un aceptable desarrollo económico. A partir de 1972 surgen las guerrillas comunistas apoyadas por la URSS y China. En 1979 se produjeron las primeras elecciones democráticas multirraciales, respetando a la población blanca. Estas elecciones no fueron reconocidas por la ONU, que consideraba al Frente Patriótico como único partido político representante del país. En 1980 se realizaron nuevas elecciones siendo ganadas por Robert Mugabe, que cambió el nombre del país a Zimbabue, continuando en el poder durante 37 años, hasta 2017. Finalmente fue depuesto por un golpe de estado, ante las maniobras del viejo presidente para perpetuarse en el poder a través de su joven esposa.
El régimen instaurado por Mugabe, inspirado en las ideas socialistas, promovió la ocupación de las tierras con violencia armada, siendo expulsados los colonos blancos que huyeron del país tras numerosas matanzas. Esta ocupación ha supuesto la ruina de la agricultura del país, una fuente principal de su riqueza. La hiperinflación llegó al punto de que en 2008 era del 100.580 % anual, poniendo el gobierno en circulación un billete de banco de 1.000 millones de dólares zimbabuenses. Este billete de nueve ceros equivalía a un dólar estadounidense. Esta imposible situación hace que en la práctica solo se use en el intercambio comercial el dólar estadounidense y el rand sudafricano. La mala gestión económica, la corrupción, la redistribución de tierras y el desgobierno en general, han sido la causa de la profunda crisis en la que ha vivido el país, viéndose obligada una gran parte de la población a emigrar a Sudáfrica buscando mejores condiciones de vida. Al mismo tiempo es preocupante la deforestación salvaje descontrolada que sufre el país, que ha ocasionado la desaparición del 60% de la biosfera salvaje desde el año 2.000, con lo que también, al margen del desastre ecológico, se pone en riesgo el importante sector turístico. La población blanca que representaba el 5% del total en 1975, hoy no alcanza el 0,2%. La esperanza de vida es de 39 años. La población en 2017 era de 16,5 millones de habitantes. En 2010 El Índice de Desarrollo Humano fue del 0,140, el más bajo del mundo.
Zimbabue es un ejemplo extremo, pero no único, en el continente africano lleno de conflictos tribales, guerras civiles, movimientos revolucionarios, corrupción generalizada, democracias aparentes que encierran las dictaduras más descaras y crueles, déficit generalizado de respeto de derechos humanos, y un largo etcétera que dibuja un sombrío panorama sobre el futuro del continente. A la vista de esta situación, cabría preguntarse si no hubiera sido mucho más positivo para la mayoría de los nuevos países, que la etapa colonizadora hubiera durado un par de generaciones más, para sentar unas bases más sólidas en la sociedad, preparando a las nuevas generaciones para asumir su autogobierno con responsabilidad. Los románticos movimientos de liberación lo que han traído es más pobreza y explotación, violencia y sufrimiento del pueblo, creando unas élites locales que los explotan en mucha mayor medida que la peor de las situaciones coloniales.
Trabajadores españoles camino de la emigración europea |
Cada país debe ser responsable de sus actos como sociedad, y asumir la inestabilidad y violencia que puedan surgir por acciones políticas de las que solo ellos son responsables. La democracia tiene sus exigencias para que funcione adecuadamente. Es necesaria una clase media mayoritaria, hace falta un nivel cultural y profesional desarrollado, y un nivel de desarrollo económico suficiente. Si no se dan estas condiciones la democracia fracasa, imponiéndose un régimen dictatorial, o unas estructuras democráticas simplemente aparentes controladas por un partido hegemónico corrupto y autoritario que impide el real juego político. Si un país, por la mala elección de sus gobernantes, entra en una crisis económica que genera inestabilidad social y política, tiene que asumir su error y corregirlo en las próximas elecciones, y cuando ello no sea posible por medios democráticos, por estar manipulados por el poder, revelarse en un movimiento revolucionario interno, como cuando lucharon contra la potencia colonial, y no escapar del país como refugiados. La solución nunca estará en la caridad del resto del mundo. Si hay guerra tendrán que asumirla, si hay un dictador tendrán que derrocarlo. La sociedad internacional podrá ayudar al país con aportación de alimentos pero dentro del propio país, nunca admitiendo migraciones masivas de gente fuera de sus fronteras. En todo caso podrían crearse campos de refugiados en los países limítrofes, restringiendo los movimientos masivos entre países. No puede admitirse como refugiados lo que son simplemente emigrantes económicos que desestabilizan las sociedades a donde van.
6 – Influencia genética
El biólogo James Watson, premio Nobel de Medicina en 1962, como codescubridor de la estructura del ADN, ha sido demonizado por hacer pública su opinión de que los negros son menos inteligentes que los blancos: “Entre los blancos y los negros hay diferencias en los resultados de las pruebas de inteligencia. Yo diría que la diferencia es genética”. Declaró igualmente que era pesimista sobre el futuro de África: “Soy inherentemente pesimista acerca de las perspectivas de África. Todas nuestras políticas sociales están basadas en el hecho de que su inteligencia es la misma que la nuestra, mientras todas las pruebas muestran que no es realmente así”.
Totalmente libre de la corrección política impuesta hoy en día en los medios de comunicación controlados por intereses políticos, añade: “No me preocupa decir lo que pienso”. “Di la espalda a la izquierda porque no les gusta la genética. La genética implica que a veces en la vida fracasamos porque tenemos malos genes. Las personas de izquierdas quieren que todo fracaso en la vida sea culpa del malvado sistema”. Esta declaración fue recogida en una entrevista de 2007 publicada por la revista Esquire. En el epílogo de su libro Avoid Boring People: Lessons From a Life in Science, dice que “sería un hecho altamente polémico descubrir que los genes determinan de forma significativa la inteligencia y el carácter de la persona”. Como respuesta a los numerosos ataques sufridos por los políticamente correctos, dijo "Siempre he defendido ferozmente la postura de que debemos basar nuestra visión del mundo en el estado de nuestro conocimiento, en los hechos, y no en lo que nos gustaría que ocurriera. Por eso la genética es tan importante. Porque nos llevará a respuestas para muchas de las mayores y más complicadas cuestiones que han preocupado a la gente durante cientos de años. Pero muchas de esas respuestas no son fáciles, puesto que la genética puede ser cruel."
Emigrantes españoles en Europa mostrando documentación |
Watson mantenía su tesis de que la evolución influye en nuestras capacidades intelectuales, en definitiva en nuestro Coeficiente Intelectual, preguntándose “por qué no todo el mundo es tan inteligente como los judíos askenazíes”. Este grupo étnico de judíos comprende actualmente una población de unos 10 millones de personas, cuyo origen geográfico pueden situarse en una zona centroeuropea, en lo que hoy es Alemania, Polonia y Rusia occidental, en sus orígenes era un reducido grupo de individuos, en unas comunidades muy endogámicas, que vivieron en esa región europea hace unos 700 años. Durante el siglo XX, los asquenazíes eran el 3% de la población estadounidense, pero ganaron el 27% de los premios Nobel de Ciencias concedidos a USA y más del 50% de los campeonatos mundiales de ajedrez, según el recuento de tres investigadores de la Universidad de Utah. En los tests de inteligencia sobresalen muy por encima de la media en inteligencia matemática y verbal. Otra evidencia puede ser que en 1954, en el sistema escolar público de Nueva York, 24 de los 28 niños que superaban el C.I. de 170 eran judíos. Las evidencias de la superioridad intelectual de este grupo étnico son abrumadoras.
Toda la comunidad mediática se ha lanzado en tromba contra Watson, por contravenir su opinión lo aceptado como políticamente correcto. Una vez más estamos confundiendo algo indiscutible, como la igualdad de derechos, sean cuales sean la raza, el sexo o las creencias, con la imperante necesidad del movimiento llamado progresista de que todos tenemos que ser iguales. Y una vez más no se puede ir contra los hechos objetivamente comprobables. Si los tests de inteligencia ponen de manifiesto esa diferencia, no se pueden negar sus resultados. Estos mismos progresistas, curiosamente, aceptan como incuestionable la teoría evolucionista, negando la creacionista, pero se resisten a aceptar que en este proceso evolutivo puede que no todos hayan avanzado en la misma dirección o al mismo ritmo.
Acto de bienvenida al inmigrantes extranjeo en Alemania número 1000000 |
Las universidades americanas tienen implantado un sistema discriminatorio positivo para favorecer la integración de las minorías, exigiendo notas más bajas a los estudiantes afroamericanos e hispanos, luego siguen los blancos, para terminar exigiendo calificaciones más altas a los de origen asiático. El motivo es porque los asiáticos sacan puntuaciones más altas que el resto de grupos raciales, por lo tanto se lo ponen más difícil. Bien conocidos son los estudios del rendimiento de los niños de origen chino en los controles PISA, y eso con independencia del sistema educativo que sigan, de forma que es irrelevante que los niños nazcan en Gran Bretaña de padres chinos, educados en el sistema británico, o que nazcan en China y se educan con el sistema de su país. No cabe duda, por consiguiente, de que la evolución ha jugado su papel, y no todos somos igualmente inteligentes, ni igualmente altos y fuertes, ni igualmente dotados para las artes o las ciencias. Esto es un hecho incuestionable. Así pues, partiendo de la aceptación de que todos tenemos los mismos derechos y deberes frente a la ley y la sociedad, cada uno debe rendir en función de su capacidad y abandonar la utopía de que todos tenemos el potencial para alcanzar los mismos objetivos. La meritocracia es el único camino para alcanzar la maximización del bienestar social.
7 - Conclusión
Los problemas económicos mundiales que originan la emigración no pueden ser tratados con un irresponsable buenismo, que además de no resolver el problema de fondo, desequilibra las sociedades desarrolladas. La emigración debería quedar fuera de la lucha partidista ya que el subdesarrollo de los países de origen no puede resolverse recibiendo a unos miles de emigrantes. La complejidad de las variables que originan el problema migratorio no está al alcance de la comprensión de la masa de votantes, a quienes solo le llegan eslóganes electorales tan simplistas que imposibilitan la formación de un criterio consistente. O se afronta el problema de la emigración con responsabilidad política o será la puntilla a nuestra sociedad tal como la conocemos.
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