2020/01/06
La Leyenda Negra - (8/9) - La guerra de Cuba o guerra hispano-estadounidense
La guerra contra Estados Unidos fue el último gran conflicto internacional en que intervino España, que en 1898 supuso la pérdida de las últimas posesiones de ultramar. Este acontecimiento fue la primera manifestación del expansionismo norteamericano, mostrando su ansia por construir un imperio y disputar la hegemonía internacional al entonces todopoderoso imperio británico y a las otras potencias europeas con posesiones coloniales. La Conferencia de Berlín de 1884 y 1885 repartió África entre los países europeos Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Portugal y España. A España le fue reconocido un territorio testimonial, en comparación con las posesiones del resto de participantes, debido a que todavía contaba con los territorios de ultramar y a su pérdida de relevancia a nivel internacional.
Los últimos de Filipinas - Fotografiados en el cuartel en Barcelona |
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La prensa escrita jugó un papel esencial en el estallido de la guerra, mostrando por primera vez su enorme poder de manipulación de la opinión pública, llegando a forzar a su gobierno a declarar la guerra a España. El nacimiento de la prensa amarilla propició el apoyo inicial de Estados Unidos a los revolucionarios cubanos en su lucha contra la metrópoli. Difundieron falsas atrocidades de los españoles para justificar la intervención americana, con el objetivo último de apoderarse de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y la isla de Guam. Los artículos sensacionalistas de William Randolph Hearst, propietario del New York Journal, y Joseph Pulitzer del New York World, exaltaron el patriotismo americano, inventando historias allí donde las noticias no eran suficientemente relevantes. Este patriotismo interesado era fuente de beneficios de su negocio editorial y de sus intereses empresariales en la isla de Cuba. Esta campaña, orquestada fundamentalmente por los mencionados diarios, que a su vez competían por el liderazgo de la prensa americana, presionaron al presidente William McKinley para intervenir en la isla apoyando a los rebeldes. Sirva de recordatorio que la película “Ciudadano Kane”, dirigida en 1941 por Orson Welles, está inspirada en la vida del magnate de la prensa William R. Hearst, que muchos expertos consideran la mejor película de la historia del cine.
Estados Unidos había enviado el acorazado USS Maine al puerto de La Habana para proteger los intereses de sus ciudadanos, sin contar con autorización española, lo que ya suponía una clara provocación. Una explosión hundió el acorazado el 15 de febrero de 1898, culpando a los españoles de haber colocado el explosivo que produjo 256 víctimas entre la tripulación americana. Los incendiarios artículos periodísticos exaltaron el espíritu patriótico de los americanos, que presentaron el incidente como una provocación, forzando la declaración de guerra a España, hecho que ocurrió el 25 de abril de ese mismo año. El tiempo y las investigaciones posteriores confirmaron que se trató de un accidente, hecho reconocido por el gobierno norteamericano en 1975. El tratado de París del 10 de diciembre de 1898 supuso el final de la guerra y la claudicación de España, con la pérdida definitiva de los restos de lo que había sido un gran imperio.
Almirante - Pascual Cervera Topete - 1898 - Cuba |
Al margen del desgobierno y múltiples errores cometidos por una administración ineficiente y corrupta, tanto en la metrópoli como en las colonias, no me resisto a dedicar un merecido recuerdo a los miles de soldados muertos en las guerras coloniales. En aquella época solo se reclutaba como soldados a los pobres que no disponían de las 2.000 pesetas que costaba la exención del servicio militar, o para pagar a alguien que se presentase en nombre del que había salido en el sorteo. Estos soldados, extraídos de las clases más humildes del pueblo llano, donde el 70 % de la población aún era analfabeta, poco tenían que agradecer al Estado que defendían. Sin embargo, dieron muestras sobradas de heroísmo, entregando su vida por la Patria, en beneficio de la burguesía y aristocracia del momento, más preocupados por las corridas de toros que por la situación de los soldados que luchaban en ultramar por mantener los restos del imperio colonial. Se enfrentaron, no solo a un enemigo superior, sino también a las temibles enfermedades tropicales mucho más letales que las propias balas, dadas las lamentables condiciones alimentarias, de higiene y sanitarias que debían soportar.
La guerra en Filipinas – Los últimos de Filipinas
Un ejemplo glorioso de ese comportamiento heroico fueron los soldados que resistieron en el sitio de Baler (Filipinas), un asedio que duró 337 días, cuyos supervivientes son los conocidos como "los últimos de Filipinas". Este destacamento, que se encontraba aislado y asediado sin comunicación con el exterior, fortificado en la iglesia de la misión de la población de Baler, resistió los continuos ataques de los insurgentes filipinos durante casi un año, ignorando que la guerra había terminado ya en diciembre de 1898. El destacamento se componía de 50 soldados y tres oficiales, que sumándole los sanitarios y personal religioso de la misión totalizaban 60 personas. Los asaltantes eran muy numerosos, bastando decir que, aunque no se conoce su número por no ser fuerzas de un ejército regular, nuestros heroicos soldados les infringieron 700 bajas entre muertos y heridos. Del contingente español sobrevivieron 38 efectivos, siendo solo dos los fallecidos por bala, y el resto por efecto de las enfermedades por las malas condiciones alimentarias, de hacinamiento e higiénicas. Después de varios intentos para que depusieran las armas y se rindieran, no capitularon hasta el 2 de junio de 1899, cuando finalmente fueron convencidos de que la guerra había terminado seis meses antes.
Sitio de Baler - Recreación gráfica |
El segundo teniente, Saturnino Martín Cerezo, que asumió el mando del destacamento tras la muerte por enfermedad del capitán, publicó en 1904 la obra "El sitio de Baler", que describe la gesta de este puñado heroico de hombres. Esta gesta extraordinaria, a pesar de su escasa dimensión, honra a nuestro ejército y nuestra patria, situándose a la altura de las acciones más gloriosas de nuestros ejércitos a lo largo de la historia. Esta obra, traducida al inglés bajo el título “Under the Red and Gold”, fue recomendada en las academias militares norteamericanas como ejemplo de heroísmo patriótico.
La película “Los últimos de Filipinas” dirigida por Antonio Román fue estrenada en 1945. En mi opinión es un buen y fiel reflejo de los acontecimientos. En 2016 se estrenó otra versión “1898, Los últimos de Filipinas”, dirigida por Salvador Calvo. Esta versión pone el acento más en las relaciones entre los sitiados que en la fidelidad al relato histórico en sí mismo, incorporando personajes de ficción y suprimiendo algunos reales. Desde el punto de vista histórico se toma demasiadas licencias que la separan del relato fiel de los hechos.
La armada americana en Filipinas destruyó la flota española allí destacada en la batalla naval de Cavite. Esta batalla tuvo lugar en la bahía de Manila el 1 de mayo de 1898. Allí se enfrentaron siete barcos españoles contra seis americanos, aunque éstos de mayor tonelaje y mejor equipados. La batalla parece que estuvo bien planteada por el contraalmirante Patricio Montojo, pero la falta de material, las averías por falta de mantenimiento, la falta de prácticas de tiro por escasez de munición, entre otras muchas deficiencias inadmisibles, contribuyeron a una inevitable derrota. España perdió toda la flota, ya que cuatro navíos fueron dañados o hundidos y otros tres fueron abandonados y posteriormente apresados por los americanos, pasando a prestar servicio en Filipinas bajo su bandera. El parte de bajas arroja 77 muertos españoles y 13 norteamericanos. El almirante Montojo fue juzgado y expulsado de la marina por abandonar la escuadra antes del final de la batalla. Otra clamorosa muestra de incompetencia de los mandos políticos y militares, que luego se pretende limpiar con acciones heroicas individuales. Al final los generales se cubren de medallas a pesar de su evidente incompetencia, mientras el pueblo llano pone las víctimas.
Sitio de Baler - La iglesia que sirvió de refugio y fortín de la guarnición |
Sitio de Baler - La iglesia de San Luis de Tolosa hoy en día |
Los americanos ocuparon el archipiélago de las Filipinas, pero los nativos continuaron con su guerra de la independencia desde 1899 a 1902. En esta guerra de liberación nacional murieron más de un millón de filipinos, lo que supuso un diez por ciento del total de la población, en lo que puede considerarse un auténtico genocidio. Las furibundas acusaciones contra España, siempre con el trasfondo de la leyenda negra bien urdida por ingleses, franceses y holandeses, nada dicen de los crímenes americanos, tanto en Filipinas como en otras intervenciones a lo largo y ancho del mundo.
La Guerra de Cuba
La guerra de Cuba tuvo dos fases. La Guerra Grande o de los diez años de 1868 a 1878, y la II Guerra de Cuba o de Independencia de 1895 a 1898. En la primera murieron 90.000 soldados y marinos españoles, aunque, de ellos, 54.000 fueron víctimas de las enfermedades. En este conflicto España mantuvo en Cuba unos 150.000 soldados. En la segunda y última guerra murieron 45.000 soldados españoles, donde también 41.000 lo fueron por enfermedades tropicales.
Las enfermedades endémicas, que diezmaron la población civil, y también a los combatientes, eran esencialmente enfermedades infecciosas, destacando la viruela, la fiebre amarilla, tuberculosis, cólera, paludismo y fiebres tifoideas.
Tropas filipinas del Teniente Coronel Tecsón - Baler - Mayo-1899 - M. Arias y Rodríguez |
El General Valeriano Weyler, en su lucha contra la insurgencia, implantó el sistema de las trochas, que consistía en reconcentrar a los campesinos en poblados o lugares fortificados, obligándolos a abandonar los campos de cultivo, para evitar que colaboraran con los rebeldes. Al abandono de los cultivos se sumaba que los insurgentes quemaban las escasas cosechas para hostigar a los españoles privándolos de la producción agrícola. La ausencia de producción local de alimentos obligaba a importar los suministros necesarios para el ejército, pero la población civil sufría de forma aún más acusada y directa las carencias alimentarias. El hacinamiento en estos lugares, y la carencia de adecuadas medidas higiénicas y sanitarias, produjeron una mortalidad muy elevada por las frecuentes epidemias.
Estados Unidos había sometido a la isla de Cuba a un bloqueo naval desde tres meses antes de los incidentes del Maine, sin declaración previa de guerra. También mantenía a su flota del Pacífico en Hong Kong al acecho sobre las Filipinas.
La guerra hispano-estadounidense tuvo dos escenarios básicamente en cada una de las colonias. En Cuba se desarrolló la batalla naval de Santiago de Cuba, en la que la flota española fue destruida cuando intentaba romper el bloqueo americano. Esta acción fue ordenada por el gobierno de Madrid, aun a sabiendas de que era un suicidio dada la superioridad de las fuerzas americanas, todo ello para no decepcionar a la opinión pública a la que se le había hecho creer que España era muy superior a los “cerdos” americanos, tal como se les retrataba en los diarios españoles. El almirante Pascual Cervera Topete al mando de la flota española, aun estando en desacuerdo con presentar batalla, obedeció las ordenes, pero es evidente que tomó también decisiones equivocadas, desoyendo otras estrategias sugeridas por sus lugartenientes. Decidió salir del puerto a pleno día, un barco tras otro, con lo que eran objetivo fácil para los barcos americanos que los esperaban encañonándolos. Era un auténtico tiro al blanco de los barcos norteamericanos contra las fáciles presas que suponían los navíos españoles. Aun admitiendo la superioridad técnica de los barcos y armamento americanos y su mejor entrenamiento, el planteamiento de la batalla fue una auténtica humillación y suicidio de los marinos españoles. Como consecuencia de esta acción se perdieron la totalidad de los seis barcos españoles, muriendo 343 marinos, frente a un muerto norteamericano y ningún barco perdido por su parte en esta desigual batalla naval.
Batalla de la Bahía de Manila - J.G. Tyler-r |
Previamente a esta batalla, en la noche del 2 de junio, la flota española había hundido el USS Merrimac al intentar bloquear el puerto de Santiago de Cuba, siendo el único vapor perdido por los americanos en la guerra hispano-estadounidense.
Frente a la manifiesta incompetencia profesional, los altos responsables políticos y militares son siempre ricos en palabras grandilocuentes, intentando ganar o justificar con arengas patrióticas lo que pierden por incompetencia. Previo a la batalla de Santiago de Cuba el almirante Cervera pronunció la siguiente locución a las fuerzas a su mando antes del combate:
“Ha llegado el momento solemne de lanzarse a la pelea. Así nos lo exige el sagrado nombre de España y el honor de su bandera gloriosa. He querido que asistáis conmigo a esta cita con el enemigo, luciendo el uniforme de gala. Sé que os extraña esta orden, porque es impropia en combate, pero es la ropa que vestimos los marinos de España en las grandes solemnidades, y no creo que haya momento más solemne en la vida de un soldado que aquel en que se muere por la Patria.
El enemigo codicia nuestros viejos y gloriosos cascos. Para ello ha enviado contra nosotros todo el poderío de su joven escuadra. Pero sólo las astillas de nuestras naves podrá tomar, y sólo podrá arrebatarnos nuestras armas cuando, cadáveres ya, flotemos sobre estas aguas, que han sido y son de España ¡Hijos míos! El enemigo nos aventaja en fuerzas, pero no nos iguala en valor. ¡Clavad las banderas y ni un solo navío prisionero! Dotación de mi escuadra: ¡Viva siempre España!.
¡Zafarrancho de combate, y que el Señor acoja nuestras almas!”
USS Olympia - Batalla de Manila |
Después de la guerra se incoó un expediente contra el almirante por su actuación en el conflicto, pero siendo senador gozaba de inmunidad, por lo que el expediente fue sobreseído. Otra muestra más de improvisación, en la que, a pesar del heroísmo de los soldados españoles, por la manifiesta incompetencia de sus mandos, más preocupados por lucir sus uniformes en recepciones oficiales que en sus responsabilidades castrenses, concluyó con un elevado número de víctimas y la pérdida de flota y de la batalla.
Una novela que he leído, y que encuentro de interés para conocer la vida en la isla en la época colonial previa a la independencia de Cuba en el último cuarto del siglo XIX, donde todavía estaba vigente la esclavitud, se titula “Una casa en Amargura” de la escritura Elisa Vázquez de Gey.
Menor entidad tuvo el desembarco y ocupación de la isla de Puerto Rico iniciada el 12 de mayo de 1898, cuando una flotilla americana bloqueó el puerto de San Juan, la capital de la isla. Dos barcos españoles trataron de romper el bloqueo sin conseguirlo. Los americanos cañonearon la capital, pero sin causar graves daños. El 25 de julio se produjo el desembarco del general Nelson A. Miles con unos 3.000 soldados iniciando la ofensiva terrestre para conquistar la isla. Hubo diversos enfrentamientos con bajas por ambos bandos, aunque no muy significativas. El 13 de agosto se detuvieron todas las acciones militares con la firma del armisticio por el que España cedía la soberanía de Cuba, Filipinas y Puerto Rico a los Estados Unidos.
La Generación del 98
La derrota militar del 98, y la consiguiente pérdida de los restos de lo que había sido un gran imperio, enfrentaron bruscamente a la sociedad española con su cruda realidad, lejos de las grandezas imperiales, evidenciando la evidencia de su atraso respecto al resto de países europeos. La alternancia en el gobierno de dos partidos, el liberal y el conservador, característico de todo el período de la Restauración monárquica, puso en evidencia el fracaso en su acción de gobierno. La corrupción, el caciquismo, el atraso cultural con un escandaloso nivel de analfabetismo, el atraso tecnológico, la nociva influencia inmovilista de la iglesia y la aristocracia, la arcaica e escasa producción agrícola con una concentración de la propiedad a todas luces injusta e ineficiente, son solo algunos de los seculares problemas que finalmente condujeron a una decadencia acelerada y a un atraso evidente respecto al resto de naciones europeas de su entorno.
Miembros destacados de la Generación del 98 |
Como consecuencia de la derrota se produjo un sentimiento de pesimismo que afectó a gran parte de la sociedad española, si bien a la inmensa mayoría de la población poco podía importarle porque ningún beneficio sacaba del imperio. Contrariamente, el pueblo llano y las clases más desfavorecidas aportaban los soldados que iban a morir en tierras lejanas al no tener las 2.000 pesetas que costaba liberarse del servicio militar.
En este clima pesimista y desmoralizado surgió un grupo de escritores conocidos hoy en día en el mundo literario como la Generación del 98. En primer lugar, cabe señalar que se considera una generación literaria a un grupo de escritores que cumplen las siguientes condiciones:
* que nacen en un determinado período de tiempo, tal vez no superior a los diez años,
* que tienen una formación intelectual parecida,
* que sintonizan entre sí y participan en actividades culturales o actos organizados por ellos mismos,
* que surgen como consecuencia de un acontecimiento que afecta a toda una generación por el impacto social que produce, y
* que reacciona con crítica al sistema social para romper la situación inmovilista de la generación anterior.
Antes que nada, hay que señalar que no hay consenso entre los estudiosos literarios de lo que se conoce como Generación del 98. Algunos opinan que no constituyen una generación como tal, y otros ni siquiera se ponen de acuerdo respecto a quienes la componen. Tengo que decir que el objeto de este artículo no es un análisis desde el punto de vista literario, sino histórico, siendo por tanto secundarias las polémicas existentes al respecto. En mi opinión los componentes de este grupo serían Baroja, Azorín y Maeztu, conocidos como el grupo de “Los Tres” que firmaron conjuntamente un manifiesto, publicado en 1901 en la revista “Juventud”. Durante un breve tiempo colaboraron firmando conjuntamente artículos y participando en actos culturales. Este grupo inicial, con aspiraciones regeneracionistas y de crítica social, se completa con los que tradicionalmente han sido considerados como los integrantes literarios de la Generación del 98, y que son Ganivet, Unamuno, Antonio Machado y Valle-Inclán.
La toma de El Caney por las tropas americanas - Howard C. Christy |
Como ya se ha apuntado, esta agrupación de figuras de nuestras letras es una forma de simple clasificación literaria con una característica común, quedando excluidos de ella los seguidores de tendencias más esteticistas, representadas por el modernismo, ajenas a lo aquí tratado. Los propios componentes de la Generación del 98 siguieron caminos literarios distintos a medida que iban madurando intelectual y vivencialmente.
El pesimismo y desaliento por la triste situación política y social del país, y la necesidad de regeneración para corregir prácticas y comportamientos sociales censurables, creo que están muy bien recogidas en la obra de Ramiro de Maeztu “Hacia otra España”. Lamentablemente algunos de los problemas de aquella época siguen vigentes en la sociedad actual, lo cual merece una lectura pausada, y profunda reflexión, sobre nuestra incapacidad de aprender de los errores del pasado para no repetirlos cíclicamente. Lamentablemente llegamos al sempiterno problema de la escasa formación de la población en general, mal endémico en nuestra sociedad, incluso hoy en día a pesar de los ingentes recursos gastados en educación.
Prisioneros españoles en la comida de mediodía - Manila - 1898 |
La generación del 98 no fue exclusiva en la crítica de los problemas sociales de España. Su precursor más inmediato, que los propios noventayochistas consideraron su referente o maestro, fue Benito Pérez Galdós. Sus escritos, introductores del Realismo en la literatura española, reflejan fielmente la realidad de la sociedad que le tocó vivir, siendo un escritor con gran reconocimiento social y de gran influencia en su época. Otros escritores como Leopoldo Alas Clarín con su novela “La Regenta” reflejan con realismo las miserias de sociedad de final del siglo XIX y el papel relevante que desempeñaba el clero. Yendo algo más atrás en el tiempo, en el primer tercio del siglo encontramos a Larra con sus artículos críticos y mordaces.
No puedo dejar de nombrar aquí a otro importante jurista, político, historiador y pensador, que, a lo largo de su trayectoria profesional, en los distintos campos en que trabajó, analizó las causas de los males del país. Incidió especialmente en la necesidad de la cultura a través de la enseñanza, la reforma agraria, y las consecuencias funestas del sistema político del bipartidismo, con alternancia en el poder en vigor durante toda la época de la Restauración. La obra esencial del movimiento conocido como Regeneracionista puede ser considerada “Oligarquía y Caciquismo como la forma actual de gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla” publicada en 1901, en la que denuncia la escandalosa corrupción del sistema político operante durante el período de la Restauración.
El teniente Martín Cerezo y el médico Vigil de Quiñones en 1899 |
Se aprecia claramente que los problemas de la sociedad española son antiguos, y que algunos han enraizado tan profundamente que siguen vigentes después de más de dos siglos. Para afrontar la auténtica modernización del país solo cabe empezar por la cultura, entendida como una educación de calidad para todos, que imparta conocimientos acompañados de valores éticos, cuya carencia es el origen de todos los desatinos sufridos. La honradez, el compromiso social, el respeto a los demás, la disciplina, la responsabilidad, el espíritu de superación, la promoción basada en el mérito y la solidaridad, entre otros, son los cimientos sobre los que es posible edificar una sociedad madura y responsable. La dotación de los puestos de responsabilidad debería basarse en la promoción de quienes hayan demostrado su eficacia en otras funciones inferiores, acreditados con un currículo brillante, acompañado de los conocimientos específicos para el puesto deban ocupar, con el añadido de motivación por el puesto y espíritu de trabajo. Cumpliendo esas capacidades, se conseguiría una Administración más eficiente para el ciudadano, con el añadido de ser más barata. Solo una administración eficiente, con un sistema judicial ágil y justo, permiten el marco necesario para que los emprendedores puedan desarrollar sus iniciativas en un mundo globalizado altamente competitivo. Si por el contrario permitimos el nepotismo, o personas que acceden a la administración del Estado a través de una oposición memorística, con escasas capacidades y nulo espíritu de trabajo, y los disfrutan de por vida, o demagogos que solo saben predicar los defectos de la sociedad en lugar de aportar alguna solución, seguiremos con los eternos problemas que la historia machaconamente nos recuerda.
A la vista del pobre nivel intelectual que demuestra la clase política actual, escasa en formación e inteligencia, que solo saben repetir el argumentario del partido repetido reiteradamente como puros eslóganes comerciales, pocas esperanzas nos caben para el futuro. Si además añadimos la falta de ética y honestidad, las mentiras continuadas, promesas incumplidas, y inconcebible cinismo de decir una cosa y la contraria sin el menor pudor, la esperanza de cambio a mejor es casi un imposible. Si los ciudadanos se dejan llevar por la demagogia en lugar de guiarse por un análisis crítico, poco podrán reclamar cuando surjan los sempiternos problemas de atraso, enfrentamientos y violencia, ya endémico, porque habrán sido cómplices y corresponsables de las consecuencias.
Adjunto aquí un simple párrafo del Manifiesto de los Tres:
“En España, como decíamos antes, hay un gran número de hombres jóvenes que trabaja por un ideal vago. Esta gente joven no puede unir sus esfuerzos, porque no es posible que tengan un ideal común. Dada la pereza intelectual del país, dada la pérdida nacional del sentido de moralidad, lo más lógico es presumir que de estos jóvenes -siguiendo el camino de la mayoría de los hombres de la generación anterior-, los afortunados engrosarán los partidos políticos, vivirán en la atmósfera de inmoralidad de nuestra vida pública, y los fracasados irán a renegar constantemente del país y de los gobiernos en el rincón de una oficina o en la mesa de un café”.
Fragmentos de Hacia otra España (1899). Ramiro de Maeztu
(Fragmento del artículo “Un suicidio”
Hacia otra España - Ramiro de Maeztu
“…Arrastra España su existencia deleznable, cerrando los ojos al caminar del tiempo. Evocando en obsesión perenne glorias añejas, figurándose siempre ser aquella patria que describe la Historia. Este país de obispos gordos, de generales tontos, de políticos usureros, enredadores y “analfabetos”, no quiere verse en esas yermas llanuras sin árboles, de suelo arenoso, en el que apenas si se destacan cabañas de barro, donde viven vida animal doce millones de gusanos, que doblan el cuerpo, al surcar la tierra con aquel arado, que importaron los árabes al conquistar Iberia;...”
(Fragmento del Artículo “Lo que nos queda”:
… Pero en nuestra España despoblada, atrasa e ignorante, en nuestra nación envilecida por el sistema de la recomendación y el compadrazgo, que ha disuelto las más justas ambiciones y anulado los estímulos más nobles, así en la política como en la ciencia y en las artes, así en el comercio como en la población agrícola e industrial, ¿cómo ha de brotar espontáneamente gente nueva, capaz de llevar a feliz término la obra magna de nuestra regeneración?
Demos de lado, como quieren esos ilusos escritores, a los hombres que han intervenido en los negocios públicos durante el último cuarto de siglo. ¿De dónde echamos mano para suplantarles con ventaja? ¿De las fracciones revolucionarias de derecha e izquierda que empujan al país a un desastre más completo e irremediable, porque en su ansia impotente de dominio, no ven otro camino de lograrlo, que la total desmembración de España?.
Se nos dice que esa gente nueva no ha de salir de ninguno de los actuales partidos políticos. ¿Y dónde se hallan? preguntamos nosotros. ¿En esa prensa que solo cuida de halagar al público, cultivando y endureciendo sus prejuicios? ¿En esa literatura enclenque y mustia que cuando se aparta del clasicismo ya sin jugo cae en el tipo chulesco, simpático a nuestra holgazanería, o en la lejana imitación del vaivén de las modas extranjeras? ¿En esas universidades, cuyos claustros de profesores interinos deben sus cátedras al favor oficial y cuyos claustros de estudiantes solo se agitan para adelantar las vacaciones o para defender a los catedráticos tildados de tauromáquicas aficiones? ¿En esa industria y en ese comercio incipientes, que harto hacen con cuidarse de lo que más directamente les atañe? ¿En esa tierra cuyos dueños la abandonan para hacer míseramente el señorito en las ciudades y cuyos arrendatarios se encorvan sobre ella, por un impulso cien veces secular y del mismo modo que sus antepasados de cien siglos?
Versión americana de "El Sitio de Baler" utilizado en la formación militar de las academias americanas |
Pero si no puede improvisarse una legión de gente nueva, con estandarte fijo y disciplina bien probada, existen, sí, digámoslo en buena hora, en la política y en la prensa, en la literatura y en la universidad, en el comercio y en la industria, individualidades sensatas y enérgicas, perspicaces y estimuladas por una ambición noble, que en público y en privado venían advirtiendo a la nación el gran engaño de que era víctima al juzgarse y las grandes enfermedades que la debilitaban. Existen esas individualidades, y en ellas depositamos nuestra esperanza de mejores días, porque, en lo sucesivo, nos las acallará, como antes, el espectro coloreado y fascinador de pasadas leyendas, sino que al contemplar la abierta llaga de las actuales desventuras sentirán duplicarse la necesidad de hablar en alta voz, conforme se lo dicta su conciencia, el lenguaje viril y sincero que se debe a los pueblos caídos cuando se ansía su resurrección y se cree en ella.
Esos hombres, que hoy son pocos, y están desparramados, mañana serán más, se organizarán, agruparán en torno suyo a la nación trabajadora; de ellos saldrá otra España más noble, más bella, más rica y más grande.
Caricatura de Puck sobre la incompetencia de España para controlar sus colonias - 18/11/1896 |
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