2017/01/05

Lengua Auxiliar Internacional – Necesidad




Lengua Auxiliar Internacional – Necesidad


Lengua Auxiliar Internacional, necesidad de la LAI, caos lingüístico actual en el mundo.



El lenguaje humano se basa en la capacidad de los seres humanos para expresar sus experiencias y comunicarlas a otros por medio de signos lingüísticos, usualmente secuencias sonoras, pero también gestos y señas, así como signos gráficos.


La comunicación humana fue inicialmente solo verbal y gestual, transmitiéndose el conocimiento y experiencias de cada individuo a sus descendientes por tradición oral. La aparición de la escritura permitió al hombre fijar esos conocimientos de forma más permanente, lo que condujo a acumulación de dichos conocimientos que contribuyeron al progreso de la humanidad.


La diversidad de lenguas en el mundo ha sido, y es todavía, una barrera para la comunicación humana en los más diversos ámbitos, tanto cultural, como comercialmente. En la antigüedad la comunicación entre pueblos de distintas lenguas era muy limitada, generalmente restringida al ámbito comercial. Eran los comerciantes quienes, en la búsqueda de un beneficio, viajaban para comprar mercancías en un lugar y venderlas en otro donde esos productos no existían. Para la comunicación aprendían un vocabulario muy elemental y unas construcciones gramaticales suficientes para entenderse, sin mucha preocupación por la corrección gramatical de las mismas.


La expansión colonial extendió algunos idiomas europeos por amplias zonas del planeta a través de la acción evangelizadora de los monjes o a través de las escuelas implantadas en las colonias. En Europa el lenguaje diplomático durante varios siglos ha sido el francés y el idioma comercial el inglés.


Es en el siglo XX cuando la facilidad de comunicación y transporte, la internacionalización de los negocios y los intercambios o colaboraciones culturales han hecho de la comunicación internacional un problema de primer orden. Se estima que existen más de 7000 idiomas o dialectos en el mundo, donde más del 90% no alcanzan los 100.000 hablantes. Solo hay 23 idiomas con más de 50 millones de hablantes, entre los cuales hay varios hablados en amplias regiones de China o India distintos del idioma oficial de esos países. Solo en Europa ya se hablan 255 lenguas, de las cuales 128 están en peligro de extinción. En la Unión Europea existen 24 lenguas oficiales.


Ante este caos lingüístico cabe preguntarse cómo es posible que en una época en que asistimos a la normalización en numerosos campos para permitir el intercambio internacional no tengamos un idioma global de comunicación. En el siglo XIX se creó el Sistema Métrico Decimal, que supuso la uniformidad de pesos y medidas en Europa eliminando cientos de medidas diferentes en cada país, o incluso región o comarca. Esta modernización aportó, no solamente la uniformidad de pesos y medidas, sino también una racionalización de los múltiplos y divisores que facilitaban sustancialmente los cálculos mercantiles. Hoy en día el sistema métrico decimal, renombrado Sistema Internacional de Unidades en 1960, está adoptado en todo el mundo con excepción del Reino Unido y Estados Unidos, donde curiosamente en algunos Estados conviven oficialmente los dos sistemas.


En un mundo tan interdependiente como el actual, es inconcebible que no se haya encontrado todavía una solución lógica al problema del lenguaje. Cuando hay tantos especialistas en cualquier ramo de la ciencia, la técnica o la cultura, por qué no poner a trabajar a un equipo de expertos para encontrar una solución definitiva y universal. Hay que señalar que ya existen numerosos proyectos desarrollados como el esperanto e interlingua. El 1922, la Tercera Asamblea de la Liga de Naciones aceptó un informe sobre el esperanto como lengua auxiliar internacional, en el que es reconocido como «lengua viva de fácil aprendizaje». El delegado francés Gabriel Hanotaux fue el único en vetar el esperanto como lengua de trabajo por considerarlo una amenaza para el francés, la lengua internacional de la época.


La necesidad de una lengua auxiliar internacional es evidente. Sería una lengua auxiliar que no supondría la exclusión de ninguna de las otras lenguas existentes y que además debería contar con las siguientes características:


- Aprendibilidad.- Una lengua auxiliar internacional debe ser fácil de aprender, con una gramática sencilla y sin excepciones, donde a cada letra le corresponda un sonido.

- Familiaridad.- Debería de comprender un vocabulario y estructura gramatical familiar al mayor número posible de hablantes.

- Neutralidad.- Debería ser neutral tanto desde el punto de vista lingüístico como cultural respecto a los idiomas actuales.

- Expresivo.- Debería tener el vocabulario necesario para expresar con suficiente precisión y matices los mismos conceptos de un idioma natural, pero mejorando la precisión que eliminara ambigüedades.

-Flexible.- Debería contar con la necesaria flexibilidad para permitir un uso literario dando libertad a la construcción de frases.

- Claridad.- Los términos empleados y la construcción de las frases deben ofrecer conceptos claros sin ambigüedad a veces existente en las lenguas naturales.


Una lengua auxiliar internacional debe ser fácil de asimilar por la mayoría de los estudiantes. Al ser una lengua de todos, pero de ningún país en concreto, todos los ciudadanos estarían en igualdad de oportunidades en su aprendizaje y uso. Las ventajas de su aprendizaje son evidentes a la vista de los datos que se desprenden del estudio realizado por The Institute of Cybernetic Pedagoy en Paderborn (Alemania). Según se desprende de este estudio, el tiempo necesario para estudiantes francófonos para alcanzar un nivel equivalente en los siguientes idiomas, es un argumento contundente para la adopción de un idioma auxiliar internacional:


Alemán: 2000 horas

Inglés: 1500 horas

Italiano: 1000 horas

Esperanto: 150 horas



Aceptado el hecho de la necesidad de contar con un idioma auxiliar internacional puede plantearse si la solución es adoptar alguno de los existentes como lingua franca o bien utilizar un idioma construido.

Dentro de los idiomas hablados actualmente se intenta imponer el inglés como idioma común, en base a ser el idioma de la potencia económica y tecnológica de nuestra época. Se estudia inglés en la mayoría de las escuelas como primer idioma extranjero por ser el idioma más hablado en el mundo desarrollado, igual que se utiliza Windows por ser el S.O. más usado, sin que ello suponga que sea el mejor.


A su favor tiene el hecho de tener una gramática relativamente sencilla, pero en contra está la complejidad de su ortografía y pronunciación, las innumerables excepciones, irregularidades y construcciones propias como son los phrasal verbs, solo dominados por los nativos.


En primer lugar debemos definir lo que entendemos por hablar un idioma. Si lo que pretendemos es hacer un viaje turístico y entendernos a un nivel A1, podemos admitir que es un idioma fácil. Si el objetivo es entendernos en un dominio puramente técnico, donde la eficacia del trabajo se traduce en cálculos y soluciones técnicas en el campo de la ingeniería o cualquier otro dominio científico, con un nivel B2 puede ser suficiente. Pero si lo que aspiramos es a ocupar un puesto directivo donde la comunicación es un elemento esencial conjuntamente con el conocimiento técnico, entonces la oratoria es esencial. Este nivel de comunicación no se alcanza fácilmente, por no decir que es muy difícil de alcanzar para la mayoría de los estudiantes, salvo que hayan nacido en familias políglotas o hayan tenido una institutriz inglesa en su infancia.


El admitir el inglés como idioma auxiliar internacional es admitir la ventaja relativa de los angloparlantes, que sin ningún esfuerzo van a estar en una posición de privilegio respecto los hablantes nativos de otro idioma. Se quiebra el principio de neutralidad, donde todos debemos partir de una posición de igualdad.


Por otra parte solo la élite económica se permitirá cursar estudios universitarios en un país angloparlante, lo que conllevará que la élite del país se perpetúe como tal élite frenando el ascenso de las clases menos favorecidas. Y aun así ese estudio no garantiza un dominio total del idioma. Posiblemente se alcance la fluidez pero nunca el dominio de un nativo. No podemos pasar por alto la ingente cantidad de recursos que fluyen a estos países angloparlantes en concepto de tasas universitarias por parte de estudiantes extranjeros, además de la dependencia cultural que ello conlleva.

La cruda realidad es que la inmensa mayoría de personas que estudian inglés no alcanzarán nunca un nivel C1 real a pesar de dedicar un tiempo importante de su vida y una no despreciable cantidad de dinero.

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