El tema estrella de conversación en la última semana ha sido, y sigue siendo, la sentencia de fecha 20 de marzo de 2018, dictada por la Audiencia Provincial de Navarra, sobre la demanda por agresión sexual que tuvo lugar en las fiestas de San Fermín de Pamplona de 2016. Componían el tribunal D. José-Francisco Cobos Sáenz, que actuó como Presidente y ponente, Dña. Raquel Fernandino Nosti y D. Ricardo-Javier González González.
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La sentencia desestima la demanda por agresión sexual y la califica como de abuso sexual con prevalimiento concurriendo acceso carnal, condenando a los cinco demandados, conocidos como La Manada, a 9 años de prisión (pag. 120 de la Sentencia) y una indemnización por daños morales de 50.000 Euros a pagar conjunta y solidariamente por los condenados (pag. 126 de la Sentencia). El fallo se recoge en las páginas 127-137 de la misma Sentencia. Existe un voto particular del Magistrado D. Ricardo-Javier González que comprende las páginas 134-370 de la Sentencia, en el que considera que no hubo elementos que manifiesten el no consentimiento de la supuesta víctima.
Quiero comenzar por dar mi opinión sobre la consideración que me merecen los presuntos autores del abuso. La información que ha trascendido por la prensa de su comportamiento, actitudes y trayectoria cabe calificarla de abyecta, machista y por consiguiente inaceptable de todo punto de vista social. Esa actitud primaria de ciertos colectivos masculinos, donde el tema de conversación se focaliza en mujeres, sexo y fútbol, sazonado con abundante consumo de alcohol, y más modernamente de sustancias psicotrópicas, domina amplias capas de la sociedad actual. Se alardea de las conquistas logradas y de las “hazañas” realizadas, como si de una competición se tratara, considerando a la mujer como un mero objeto a quien seducir, y a quien se aplica el ya clásico lema “prometer hasta meter”. Este comportamiento, que pudiéramos pensar que corresponde a épocas pasadas, está hoy en día más presente que nunca, manifestándose con más crudeza y menos delicadeza que en tiempos pasados.
Jan Massys-Loth et ses filles |
La sexualidad vivida por esos grupos, que yo califico de primarios, donde predominan los instintos básicos sobre cualquier otra consideración moral o ética, no ha hecho más que aumentar en la época actual. La educación sexual y la permisividad de los padres, que consideran que sus hijos no deben sufrir las represiones que tal vez ellos soportaron, han dado lugar a una libertad que en muchos casos raya el libertinaje. Un claro ejemplo de la degradación moral actual son los botellones semanales en las grandes ciudades, acompañados de abundante actividad sexual, que es considerada normal por la sociedad sin que nadie tome medidas o se escandalice, todo ello en aras de la libertad individual. Punto aparte merece la publicidad y la moda donde se transmiten modelos llenos de sensualidad, tanto de mujeres como de hombres. Hoy en día los dos sexos están cosificados, muestra de la igualdad de roles en todos los campos.
La sociedad ha cambiado en su comportamiento y escala de valores de forma vertiginosa en los últimos cincuenta años. Actos, moralmente inaceptables entonces, son hoy considerados perfectamente normales. La libertad sexual conseguida en los años sesenta y setenta del pasado siglo de forma gradual tuvo su plena explosión con la llegada de la democracia. La liberación femenina, con la generalización del uso de los anticonceptivos y la progresiva igualdad entre sexos, tanto en el terreno laboral como de comportamientos sociales, supuso otro hito en la actitud de la mujer. Vengo con ello a decir que hoy en día estas mismas actitudes machistas tienen su correlativo en el comportamiento de muchas mujeres, que también usan a los hombres a su antojo y conveniencia rechazándolos una vez cumplido su cometido. Y quien niegue esta realidad, o no está en el mundo, o es un hipócrita. Las relaciones homosexuales, tanto masculinas como femeninas, las felaciones, el sexo anal, prácticas masoquistas, intercambio de parejas, bestialismo, sexo grupal y otras muchas “aberraciones” sexuales hoy son consideradas un derecho que solo concierne a quien las practica, siendo el único límite el que sean consentidas. Es precisamente ese concepto de consentimiento el que marca el límite entre lo aceptable y no aceptable socialmente, quedando el resto restringido al ámbito de la conciencia individual.
Dicho lo anterior, e intentando dejar de lado la hipocresía generalizada, en muchos casos mera escusa para una acción política, considero que en cualquier delito de tipo sexual deben considerarse los hechos sin prejuicios, no asumiendo de antemano que el hombre es el malo y la mujer es la víctima. Hay que limitarse al análisis objetivo de los hechos y concluir en consecuencia. Ya he comentado anteriormente que todas las prácticas sexuales son consideradas hoy en día legítimas por los psicólogos, si media el consentimiento entre los participantes.
La referida sentencia dictada contra los miembros del grupo conocido como La Manada ha originado una explosión social con manifestaciones generalizadas de las mujeres, orquestadas por las organizaciones feministas militantes muy activamente en las redes sociales. Estas movilizaciones tienen el sello de la movilización política, de base asamblearia, con una intencionalidad de influir judicialmente en un determinado sentido de la sentencia. La politización de la sentencia es evidente. El mecanismo es recurrente. Partiendo de un hecho cierto, se manipula, para movilizar a la sociedad en un determinado sentido, generando una nueva realidad adaptada al interés del mensaje político. La finalidad última, con independencia del mensaje, es desprestigiar al gobierno de turno o a todo un sistema, como en este caso ocurre con el sistema judicial español. Se ha querido ignorar que la sentencia es recurrible ante la Audiencia Territorial de Navarra, ante el Tribunal Supremo e incluso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Luego en el supuesto de disconformidad con la sentencia, que es muy legítimo, habrá que esperar cual es la calificación definitiva. Pero todo da igual. El objetivo es aprovechar cualquier hecho socialmente vendible para combatir el sistema y debilitar la democracia desprestigiando sus instituciones.
La politización de esas manifestaciones queda evidenciada cuando comparamos ese activismo con la pasividad frente a otros problemas claramente más importantes. Resulta cuando menos paradójico que las movilizaciones contra esta sentencia, que consideran insuficiente, nada dijeron frente a la prisión permanente revisable que se pide para casos de extrema crueldad, como son la violación con asesinato y ocultamiento de los cadáveres, donde hay que recordar que muchos afectan a niños o mujeres secuestradas, torturadas, abusadas y asesinadas. Esa pena solicitada para auténticos monstruos sociales es considerada excesiva por los llamados “progresistas”. Y estamos hablando de casos sin ninguna sombra de duda sobre su consentimiento o no, ya que las circunstancias son realmente sádicas.
Adolphe Bouguereau - (1825-1905) - Nymphs and | Satyr |
Los partidos de la nueva política critican reiteradamente la politización de la justicia, promoviendo un poder judicial totalmente independiente, donde su organización sea autónoma en sus órganos de gestión, nombrándose los cargos entre los propios jueces sin ninguna intervención política. En el presente caso, fruto de las presiones de las movilizaciones ciudadanas contra la referida sentencia, cuando todas las asociaciones de jueces y fiscales consideran inadmisible las manifestaciones que coaccionan su independencia, los partidos políticos lo califican una inaceptable actitud corporativista. ¡Ver para creer!
Entro ya a analizar las circunstancias de la sentencia. La paranoia de este país llega al grado de juzgar mayoritariamente, sin sombra de duda, y antes de conocer la sentencia judicial, que había habido una violación. Conclusión ésta coherente con las informaciones transmitidas por la prensa, que con el sensacionalismo habitual y la simplificación sesgada de los medios considerados “progresistas”, la resumían del siguiente modo: En los sanfermines de Pamplona cinco chicos andaluces, donde para más inri uno era guardia civil y otro soldado profesional, borrachos y degenerados, habían metido por la fuerza a una chica en un portal, sometiéndola a una salvaje violaron múltiple, obligándola a realizarle felaciones a todo el grupo y siendo penetrada vaginal y analmente sin preservativo por varios de ellos. En síntesis este es el relato que la masa ha recibido de los medios de comunicación sensacionalistas, y consecuente con ese simplista relato también debería ser la correspondiente condena, que no podía ser otra que agresión sexual con acceso carnal, con las correspondientes penas.
He de confesar que no presté la menor atención al tema desde el momento de los hechos hasta el momento de la sentencia, porque estos asuntos los considero más propios de revistas de sucesos sensacionalistas para marujas que de auténticos problemas sociales a los que prestar atención. Lo que sí ha llamado mi atención es la reacción social, la movilización feminista, muy activa últimamente, con una crítica despiadada a la propia sentencia y un linchamiento del magistrado Sr. González. Los tertulianos habituales en los programas de debate, todos a una, se han apuntado a la opinión dominante, que por otra parte es la que ellos mismos han fomentado en los meses previos, criticando como inadmisible el sentido de la sentencia.
Yo he leído la sentencia completa con sus 370 páginas, que suponen una dedicación de más de 15 horas de lectura. Me pregunto cuántos de los que critican la sentencia se la han leído y entendido, incluidos los comentaristas que pontifican sobre lo divino y lo humano, que opinan de todo y no saben de nada, y que en la mayoría de los casos ni siquiera se documentan mínimamente de los temas que tratan, fuera de los cotilleos de los círculos políticos a los que defienden. Un triste ejemplo social, muestra de la pobreza intelectual del país, donde los debates televisivos son meros espectáculos de bajo coste de producción. Como espectáculo que es, su finalidad es conseguir la máxima audiencia siempre ávida de novedades, donde sobresale y triunfa quien más escandaliza. La supuesta labor de formación de opinión responsable queda prostituida al dejarla huérfana de su labor didáctica, convirtiéndose en un medio más de desinformación. La opinión de la masa se va configurando con estas opiniones no sometidas a crítica y aceptadas como ciertas si la información proviene de lo que ellos estiman que es el progresismo. Un claro ejemplo de posverdad elevado a la máxima potencia.
He de reconocer que después de leer la sentencia no me queda más que felicitar al magistrado D. Ricardo-Javier González González por el rigor con que desarrolla su voto particular, con indicaciones precisas razonando su discrepancia con la opinión mayoritaria del tribunal, apoyado todo ello en jurisprudencia del Tribunal Supremo, del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, e incluso con referencias al derecho comparado americano. Su razonamiento es tan riguroso, y apoyado en las pruebas aportadas al proceso, que será muy difícil rebatirlo so pena de incurrir en prevaricación por parte de otro tribunal. Sus argumentos para defender la presunción de inocencia, así como de las condiciones que tiene que reunir el relato de la única testigo para que sea admitido como inapelable, es francamente riguroso. Denota este magistrado una fuerte personalidad, que manifiesta en la gran profesionalidad y perfeccionismo que trasluce en el rigor y detalle de sus argumentaciones. Es de resaltar su valentía para enfrentarse a una opinión pública adversa, manipulada y desinformada, situación a la que sus compañeros no se atrevieron elaborando una sentencia forzada para intentar satisfacer al vulgo. No puedo entender la intromisión política del ministro de justicia indicando que este magistrado tenía un problema singular, salvo que se refiera a que ha sido apercibido por retrasos en sus sentencias. Hay que reconocer que, si todas las elabora con el mismo rigor, no es de extrañar que tal vez acumule retrasos en su trabajo. Lejos de ser una falta debería ser un ejemplo para que otros jueces actuaran con el mismo rigor, objetividad y valentía. En lugar de sanción se merece un reconocimiento.
En lo que a mí respecta, que no tenía una opinión formada antes de leer la sentencia, la conclusión a la que he llegado es que no hubo agresión sexual ni abuso, sino una relación consentida. Esta relación excede lo que es la práctica sexual considerada normal por la mayoría, pero como ya he dicho antes, hoy en día no entramos en juicios morales, considerándose admisible todo aquello que es aceptado entre los que intervienen en la relación sexual. Las sensaciones y posibles remordimientos quedan en el ámbito interno de cada cual. Bajo mi particular punto de vista, no me extrañaría nada la sensación que experimentan las personas participantes en la orgía, de vacío emocional e incluso asco y desprecio mutuo de los participantes, tanto ellos como ella después de tan sórdida representación. La vida pone a cada uno en su sitio y cada uno recibirá las miserias que se cave en su camino. Lo que espero es no ver nunca a ellos o ella apareciendo en los platós de televisión externalizando sus miserias, que por otra parte es lo que se lleva últimamente.
Lot and his Daughters - Giovanni Francesco Guercino |
A los que discrepan de la sentencia, les recomendaría que se la leyeran completa y confiaran en los profesionales del derecho, materia que también tiene sus principios rectores que la mayoría desconoce, o conociéndolos, como han hecho algunos profesionales, los ignoran demagógicamente como arma política. En lo que a mí respecta, tampoco tengo una buena opinión de la justicia en general, si bien creo que en los órganos superiores hay acreditados juristas. Como funcionarios públicos que cobran del presupuesto general adolecen de los defectos generales comunes a todos ellos, no caracterizándose por su amor al trabajo, a la disciplina y eficacia. Mi formación no es jurídica, pero he debido estudiar en mi carrera diversas materias de derecho, con lo que algo conozco de los principios generales y del razonamiento jurídico, de la jerarquía normativa y de los procedimientos judiciales. Yo mismo he actuado como perito judicial en temas económicos y contables, y tengo que decir que en ocasiones no se leen los informes ni piden ninguna aclaración a los mismos, lo que denota el poco interés por conocer los hechos que conduzcan a un fallo justo. No hemos podido visionar los vídeos del supuesto abuso, que sí vieron los magistrados, por lo que debemos confiar en su criterio. Es absolutamente injustificada e inaceptable la movilización social contra la sentencia.
El movimiento Me Too es otra manifestación más del feminismo militante, que falto de metas realistas que suponen la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, hace ya tiempo conseguidos, necesitan encontrar una razón de ser para su continuidad. Rebuscando en el baúl de los recuerdos surgen ahora demandas de actrices famosas contra antiguos directores o productores, acusándolos de agresión, acoso o abuso sexual. Y no estamos hablando de pobres chicas indefensas sino de actrices ambiciosas dispuestas a labrarse el éxito a cualquier precio. Actrices que han triunfado, tal vez empleando injustamente sus armas de mujer para conseguir papeles estelares, ahora, ya decadente su carrera, encuentran un nuevo filón para engrosar sus cuentas bancarias y generar una nueva popularidad que las ponga en el centro de atención de los medios de comunicación. Reitero una vez más que si tales hechos ocurrieron la actitud de los supuestos abusadores es despreciables, muestra de su bajeza moral. Francamente descorazonador y preocupante la creciente dictadura feminista cuyos efectos apreciarán en toda su crudeza las generaciones futuras.
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