2018/03/30

La leyenda negra española - (1/9) - Consideraciones generales

La leyenda negra española - 1/9
 

Los distintos aspectos que configuran el contenido de la leyenda negra española representan una extensión tal que me aconsejan presentarlos separadamente en sucesivas entradas. Mi objetivo es sintetizar al máximo su contenido, exponiendo aquellos aspectos que considero de mayor relieve y sobre los que existe una mayor controversia. Esta simplificación pretende ser imparcial, carente de toda intencionalidad para llegar a conclusiones interesadas, siendo mi intención razonar y objetivar las conclusiones dentro de una perspectiva racional y liberal carente de todo dogmatismo. Pretendo mantener la esencia de cada tena dentro de la simplificación, sin desvirtuar el análisis riguroso y mínimamente ilustrativo de los aspectos esenciales que conforman cada entrada, difícil objetivo que en el que pondré mi mayor empeño.

Para quien quiera tener un conocimiento más profundo de cada acontecimiento histórico de los tratados en las sucesivas entradas sobre este tema existen multitud de obras monográficas, cuyo estudio es muy recomendable, ya que los resúmenes necesariamente han de sacrificar matices y contenido.



(Para leer el artículo completo clicar en "Seguir leyendo" que figura a continuación).



1- Consideraciones generales

Se conoce como leyenda negra española la imagen negativa de España proyectada en el exterior, exagerando los aspectos negativos e ignorando sus aportaciones a la cultura universal. Esta imagen ha sido algunas veces grotesca y fantástica, inspirada en el oscurantismo de la Inquisición, y en otras ocasiones pregonada por los enemigos exteriores de España como exageradamente bárbara y cruel. El epicentro de estas críticas fueron nuestros enemigos tradicionales, los Países Bajos, Inglaterra, Francia e Italia, cimentadas en la crítica despiadada que Fray Bartolomé de las Casas hizo de la colonización americana. Esta mala imagen difundida por nuestros enemigos históricos podría considerarse hasta cierto punto normal entre países antagónicos en distintos momentos de la historia.

Lo sorprendente y realmente lamentable es que en muchas ocasiones los impulsores de la propaganda negativa de España fueron los propios españoles, en los que prevaleció su rencor personal sobre la lealtad debida a su país. En líneas generales, los hechos en los que se basa la leyenda negra no fueron muy distintos en España a lo que era corriente en otros países de nuestro entorno, situado todo ello en un determinado momento histórico. En mi opinión, lo que sí creo que nos diferencia de otros países avanzados es el cainismo que anida en nuestra sociedad, sin parangón en el resto de Europa. Nuestra historia, y la actitud actual de nuestros políticos, confirman esta realidad. Siempre hacen prevalecer la lucha por la destrucción del adversario sobre los propios méritos y el bien común del país, fin último de toda política.

En un reciente viaje a Holanda recuerdo haber leído en algún lugar lo que dicen que es una tradición del parlamentarismo en ese país. Como en todas partes, los diputados holandeses se enzarzan en acaloradas discusiones sobre sus respectivas propuestas sin ponerse de acuerdo en un principio. Al final saben que tienen que llegar a un compromiso sobre lo que es mejor para el país, pues recordando que su supervivencia depende de las compuertas que mantienen habitable una gran parte de su territorio que está bajo el nivel del mar, es interés de todos que este sistema y el país funcionen. El bien nacional está por encima del egoísmo individual, ya que caso contrario todos morirían ahogados. En unos tiempos en que reiteradamente nos referimos a otros países del centro y norte de Europa como modelos, no estaría de más el copiar su espíritu de compromiso y responsabilidad social y no solo sus logros de bienestar que son fruto de este espíritu de trabajo y compromiso solidarios.

La leyenda negra no solo fue difundida por los propios españoles, sino que una parte de la propia sociedad española se empeña en recordarla cada día con una finalidad autodestructiva. Esta actitud tal vez podría entenderse proviniendo de los nacionalismos separatistas para debilitar el sentir nacional, sin embargo es difícilmente comprensible viniendo de la izquierda internacionalista. Renegando de nuestras tradiciones, cultura, y los aspectos positivos de la obra colonizadora, por poner solo algunos ejemplos, nos empobrece como pueblo y nos debilita en el concierto mundial. Esa negación de nuestros valores rompen la cohesión social siendo una muestra más de nuestro espíritu cainita.

Otro ejemplo nefasto es el amparado en lo que ha dado en llamarse "memoria histórica", para eliminar todo vestigio del período franquista y rehabilitar a los caídos de la zona republicana, pero cuya consecuencia nefasta es el renacer de las dos Españas enfrentadas. Una guerra civil que terminó hace casi noventa años, donde hubo terror en ambos bandos, donde ninguna de las partes fue inocente, en lugar de pasar página, aprender de nuestros errores y construir un futuro prometedor, el odio, el rencor y la envidia vuelven a enfrentarnos en una lucha estéril de la que ningún bien se puede sacar. El intento de reescribir la historia, idealizando una República que estaba en manos de fuerzas revolucionarias agrupadas en el Frente Popular, y cuyo desenlace posiblemente hubiera sido una república socialista bajo el dominio de la URSS, es un objetivo miope que no modifica la realidad objetiva.

Las democracias europeas no ayudaron a la República en su confrontación con el alzamiento militar porque era tal la anarquía y desgobierno existentes que nadie era acreedor de una ayuda democrática. Los apoyos recibidos por ambos bandos definen claramente su esencia. Franco fue ayudado por los regímenes fascistas de Alemania e Italia y los republicanos revolucionarios lo fueron por la URSS y las Brigadas Internacionales, promovidas éstas por los partidos comunistas marxistas de los países occidentales. Los que hoy en día aplauden el renacer de las dos Españas no les vendría mal un poco de estudio en fuentes objetivas de la realidad histórica de aquel momento para tener un conocimiento objetivo y los riesgos que asumimos reabriendo viejas heridas. Es evidente que la ignorancia de la historia nos condena a su repetición, que en el caso de España sería tropezar la enésima vez en la misma piedra.

La autoflagelación que supone el resaltar lo negativo de nuestra pasado como nación e ignorar o infravalorar lo positivo, es el resultado de una enseñanza de la historia equivocada. La izquierda ha dominado los planes de estudio de nuestra etapa democrática. Su complejo antifascista les ha conducido a un diseño de la enseñanza carente de valores patrióticos y a diluir toda referencia a la grandeza de la nación, en un intento de diferenciarse lo más posible del triunfalismo franquista. Bajo el objetivo de divide y vencerás se creó el estado de las autonomías, que lejos de mejorar los servicios al ciudadano se ha convertido en un paraíso de trabajo para políticos y funcionarios, aumentando la burocracia, encareciendo los servicios y debilitando al Estado. Se ha propiciado una visión localista de la historia, potenciando la comunidad y la localidad por encima de la idea de nación, en un camino inverso a la evolución actual de un mundo globalizado. Frente a la tendencia de conseguir grandes agregados económicos donde el tamaño es importante, se ha impuesto en nuestro país la disgregación, con un espíritu miope y cateto, hasta el punto de que uno se puede matar por el equipo de fútbol de su pueblo, pero reniega de la nación que es quien realmente lo protege de las agresiones externas, tanto militares o terroristas como económicas. El vacío dejado por la ausencia de un espíritu nacional cohesionador de la sociedad española ha sido llenado por nacionalismos periféricos, rancios, trasnochados, fanáticos, con tintes xenófobos y antiliberales, que nos dibujan con un futuro incierto. El daño causado va a ser de difícil o incluso imposible reparación. La historia juzgará a los culpable, aunque como siempre, los más perjudicados serán los ciudadanos de a pie.

Los movimientos de izquierdas demandan reiteradamente mayores servicios sociales, pero al mismo tiempo horadan los cimientos del sistema liberal que han aportado el mayor nivel de bienestar que nuestra sociedad haya disfrutado jamás. Yo no veo a los ingleses culpándose por comercio de esclavos, por la explotación económica de sus colonias, por trabajo infantil en las minas en el siglo XIX, o por sus derrotas navales como fue la contra-armada enviada a invadir España o su derrota en Cartagena de Indias contra nuestra colonia defendida por Blas de Lezo, un héroe español del que incomprensiblemente pocos conocen su existencia, como tampoco los belgas se acomplejan del genocidio cometido en el Congo bajo su protección. Cito solo estos ejemplos a título ilustrativo, aunque así podría seguir con todos los países, ya que todos cuentan con páginas oscuras en su historia.

Existe una cita que podría resumir el espíritu auto-destructor de los españoles, atribuida a Otto von Bismarck, aunque creo que es apócrifa, sin que ello le reste en absoluto un ápice de credibilidad, la diga quien la diga: "Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido".

Parece ser que el término "leyenda negra" fue acuñado por Julián Juderías, que publicó un libro con ese título en 1914, definiéndola como:

..."el ambiente creado por los relatos fantásticos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente, la afirmación contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la prensa extranjera, de que nuestra Patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas". (Julián Juderías - La Leyenda negra y la verdad histórica).

Mi reflexión sobre el tema de la leyenda negra viene motivado por la actual crisis soberanista catalana, una de cuyas estrategias de lucha para conseguir sus objetivos independentistas ha consistido en desprestigiar a España y sus instituciones en el exterior. El fenómeno catalán es solo el último ejemplo de un conjunto de acontecimientos históricos presentados como negativos, y cuya finalidad no es otra que desprestigiar a nuestro país, como consecuencia de un profundo rencor originado en la envidia, el más indigno de los pecados y del que por desgracia España es generosa. Considero de interés indagar en la historia para conocer los argumentos esenciales de la leyenda negra que han sido propagados para denigrar a nuestro país, con objeto de reflexionar sobre su realidad y objetivar su contenido.

Los principales argumentos que han inspirado la leyenda negra española son los siguientes:

- Crueldad por imponer la fe católica entre los pueblos indios americanos y su explotación. Este discurso se ha apoyado en el paranoico relato de Fray Bartolomé de las Casas, que bajo el título de "Brevísima relación de la destrucción de las Indias" fue publicado en 1552.
- La expulsión de los judíos en 1492 y de los moriscos en 1609.
- El oscurantismo y fanatismo religioso materializados en la Inquisición.
- La defensa del catolicismo y el dominio español en los territorios de Flandes. Guillermo de Orange fue el noble que lideró el movimiento rebelde contra el dominio español de los Países Bajos, explotando el sentimiento antiespañol con la difusión de la obra de Las Casas y la exageración de los métodos inquisitoriales y el peligro que suponía su implantación.
- Las guerras de religión europeas y el histórico antagonismo con Francia e Inglaterra.
- La campaña antiespañola en Estados Unidos previa a la guerra de Cuba con la pérdida de las última colonias, donde la prensa amarilla por primera vez jugó un papel decisivo para crear un ambiente patriótico antiespañol apoyado en los reiterados tópicos de su barbarie y crueldad.
- La dictadura franquista en oposición a una idealizada II República, en la que se extendió la idea de que todos los crímenes fueron cometidos por los rebeldes ante una democrática República.

El estereotipo de los españoles, creado por diversas publicaciones editadas en países enemigos de España en la época del imperio, es presentado como el de unos tipos que se han manifestado extremadamente crueles, intolerantes, tiránicos, oscurantistas, indolentes, fanáticos, avariciosos y traicioneros.

La leyenda negra se inicia en el S. XVI, alcanza su cenit en el XVII, para rebrotar nuevamente en el XVIII. Los argumentos negativos divulgados contra España tienen una base real y, en su justa medida, no pueden negarse. Sin embargo se han magnificado, cuando la realidad histórica demuestra que no fueron comportamientos muy diferentes a los practicados por el resto de las naciones de su tiempo. Para un análisis objetivo es preciso documentarse en distintas fuentes, que defiendan posiciones antagónicas, para reunir la información necesaria que nos permita un juicio justo, lo más objetivo posible, alejado de posiciones interesadas y fanáticas.


El sinsentido catalán

El conflicto provocado por el intento de secesión catalán es un claro ejemplo de cómo se gesta la leyenda negra basada en mentiras, que reiteradamente repetirlas pretenden ser aceptadas como verdades. La propagación de mentiras antiguamente era posible por falta de cultura y de fuentes alternativas donde contrastar los hechos. Hoy en día la propagación de las mentiras cuenta con la ayuda interesada de medios de comunicación clamorosamente parciales, dominados por oscuros intereses, y por una masa fanática que acepta como verdad aquello que deliberadamente quiere oír. En la era de la posverdad se acepta como cierto aquella información que proviene de la fuente ideológica con la que se simpatiza con ausencia de todo espíritu crítico.

Los líderes independentistas proclaman reiteradamente que España no es una democracia homologable con el resto de las europeas porque no les permite realizar un referéndum que nuestra Constitución no contempla. Aquellos que se saltan los preceptos legales y son encarcelados por ello, son presentados como presos políticos y mártires de la democracia, cuando la realidad es que son políticos que han delinquido transgrediendo las leyes esenciales de un estado de derecho. Argumentan que no hay libertad de expresión, cuando lamentablemente asistimos a diario a conductas y manifestaciones aberrantes y provocadoras desde el punto de vista social, ultrajando los símbolos nacionales, y los tribunales, incomprensiblemente, las consideran amparadas por la libertad de expresión. Se les llena la boca hablando de déficit democrático cuando ellos no respetan el marco legal, que es la esencia misma de toda democracia. Afortunadamente estamos en un país donde cualquiera puede defender sus ideas, incluso las independentistas, con la sola condición de respetar el marco legal de nuestro Estado de Derecho.

Dicen que su lengua está oprimida, cuando incomprensiblemente es la lengua que coloniza todas las instituciones de enseñanza y de la vida pública catalana, y donde ni siquiera un comerciante puede rotular en castellano en su establecimiento comercial, bajo pena de sanción. Eso sí es una actitud totalitaria, además de ilegal, intentando erradicar en su comunidad la lengua común de la Nación. El nivel de competencias de su autonomía tiene mayor alcance que las que disfruta un estado federal. Cuentan en su régimen estatutario incluso con policía propia, ejemplo ilustrativo del alcance de su autogobierno, entre otras muchas competencias.

Tienen a su disposición medios de comunicación propios, pagados con fondos públicos, emitiendo en catalán, que además ejercen una labor de puro adoctrinamiento para su causa independentista, y de inculcación de odio contra todo lo español, ignorando que son un servicio público dirigido al conjunto de ciudadanos. Predican un rosario de mentiras, claro ejemplo de la posverdad, cuya repetición constante es aceptada como verdad por sus fanáticos seguidores. Inculcan en su población que el resto del Estado les roba, cuando la realidad es que la historia económica nos muestra que ellos han alcanzado su nivel de desarrollo gracias al proteccionismo arancelario del que disfrutaron durante los dos último siglos manteniendo el mercado nacional cautivo al servicio de sus intereses. Cito solo algunos ejemplos de un conjunto de mentiras y actitudes totalitarias, carentes de veracidad, que en España sólo se creen sus fanáticos seguidores, en un adoctrinamiento solo comparable con la propaganda nazi.

Estas mentiras proyectadas en el exterior, donde son menos conocedores de la realidad española, actúan como eslóganes propagandísticos que siembran la duda y erosionan la imagen de nuestro país. Su deslealtad se manifiesta abiertamente al internacionalizar un conflicto cuyo origen y solución debe ser una cuestión interna. Su política de demonizar al resto de la Nación como culpable de su imaginaria opresión, y que tan buenos réditos les ha supuesto, la proyectan ahora al exterior. Es la triste ley del parásito, que basa su existencia en destruir al huésped, para finalmente sucumbir ambos.

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